jueves, 26 de septiembre de 2013

ANTROPOLOGIA - Los primates: monos y hombres

APARICION DE LOS ANTROPOMORFOS Para hallarnos en presencia de cinomorfos y antropomorfos tenemos que excavar en los terrenos del mioceno, en donde ambos tipos aparecen casi en el mismo nivel. Es curioso notar, como lo hace Boule, que los primeros antropoides fósiles —a estar al estado actual de nuestros conocimientos en la materia— eran más antiguos que los simios con cola. Esta aparente lesión de los principios generales puede interpretarse más bien como una carencia de datos, en una disciplina naciente, que como una conclusión definitiva. A este respecto los hallazgos verificados en el eoceno y oligoceno de Fayoum (Egipto) son especialmente interesantes, por la presencia de diversos restos de primates que han sido hallados por Schlosser, en 1910. Tales primates —Parapithecus y Apidium, por ejemplo— eran pequeños en talla. Ello no debe extrañarnos, puesto que esa pequeñez está de acuerdo con una regla biológica, fácilmente observable en muchos géneros y especies zoológicos, que van creciendo conforme avance el tiempo (el desarrollo de los grandes' gliptodontes y saurios terciarios es un magnífico ejemplo). Otro de los hallazgos de Schlosser, el Propliopithecus, ha sido considerado, aun por autores tan exigentes como el propio Boule, como un tipo primitivo de antropoide. En realidad, tales hallazgos aumentan, naturalmente, en importancia y variedad, en terrenos más jóvenes. Los simios miocenos son conocidos desde 1837, gracias a los hallazgos verificados por Lartet en Sansan. Este primer simio, bastante semejante a un gibón, y al cual Lartet bautizó con el nombre de Pliopithecus antiquus, fue seguido, bastantes años después, en 1856, por otro hallazgo del mismo autor, quien, en un lugarejo muy próximo al anterior, encontró una mandíbula que le permitió fundamentar la existencia del Dryopithecus. Como este ser fue proclamado —tanto por Lartet como por Gaudry, quienes a la sazón eran de los más altos valores científicos franceses— el simio más semejante al hombre, tal hallazgo causó una viva impresión en las sociedades de estudios europeas. Sin embargo —y ello podría constituir una buena lección de humildad para ciertos autores que todo lo presentan a grande orquesta—, el propio Gaudry tuvo oportunidad, en 1890, de describir una nueva mandíbula más completa y en mejores condiciones de conservación que la que había sido precedentemente estudiada y ese hallazgo le permitió establecer, por el contrario, la indudable inferioridad que se observa en el Dryopithecus con respecto a los grandes antropomorfos actuales. El propio Schlosser, Abel y Gaudry han estudiado nuevos restos de diferentes simios encontrados, respectivamente, en Suabia, Hungría y Grecia. Estos últimos restos son, en mucho, los más numerosos, pues se ha podido reunir casi los de veinticinco individuos incompletos, con los cuales se ha reconstituido el primer esqueleto completo conocido de un mono fósil. Para gran satisfacción de los evolucionistas, ésta es una forma de transición: es un macaco por sus miembros y un semnopiteco por sus dientes. Pero es en la India septentrional, en la región del Himalaya, donde se han encontrado los simios más variados e interesantes del mioceno medio y del plioceno superior. Lydekker y Pilgrim los han estudiado. El Dryopithecus aparece allí representado por tres especies. una de las cuales es gigante. Este grupo de hallazgos es sumamente importante porque muestra que el género Dryopithecus tiene un área de expansión singularmente extendida y, a pesar de sus múltiples variantes —que representan condiciones de adaptabilidad sobresalientes— no ha llegado a superar las nuevas y cambiantes condiciones del medio ambiente y, a una cierta altura de su evolución, se ha extinguido. Con todo, es posible que el chimpancé y los gorilas actuales no sean otra cosa que descendientes remotos del Dryopithecus, que vendría a conectarse con ellos como una Forma ancestral y sintética. Esta característica de síntesis de formas simiescas actuales reduplica su importancia, ya por ello excepcional. Se advierte que, en opinión de Gregory y Sera, algunas de las características de la dentición de este ser se relacionan con la humana. Tal hecho daría una esperada fuerza a las viejas teorías que al respecto emitían, a mediados del siglo pasado. Lartet y Gaudry. El último descubrimiento importante de Pilgrim es el del Sivapithecus. sólo conocido por dientes aislados y fragmentos de mandíbulas: con tan escasos materiales ha intentado Pilgrim la restauración de la mandíbula inferior. Los resultados han sido sorprendentes. Como Boule lo dice, con palabras que traducen adecuadamente su asombro: "La forma general de ella se acercaría mucho más a la disposición humana que cualquiera otra mandíbula de simio antropoide, vivo o fósil". Valido de esta impresionante similitud, Pilgrim ha sostenido rotundamente que el Sivapithecus es el antecesor directo de los hominidios, lo cual conferiría a tan menudos restos un valor realmente excepcional. Tal opinión, sin embargo, no ha sido aceptada por su colaborador en las investigaciones en la India. anteriormente recordadas. En efecto, Lydekker postula que el nuevo género Sivapithecus no existe y supone que los fragmentos encontrarlos por Pilgrim corresponden a la dentición inferior del Pnlaeopithecus, del cual sólo se conocía la dentición superior. A su vez, Boule, con la prudencia del paleontólogo experimentado, propone esperar que nuevos elementos osteológiros arrojen más clara luz sobre el particular, recordando que las partes del esqueleto que actualmente son conocidas del supuesto Sivapithecus son tan extremadamente fragmentarias y tan similares en los simios y en los hominidios, que no pueden constituir, en la actualidad, prueba suficiente. Sólo la presencia de restos pertenecientes a regiones en que la diferenciación sea más neta podrá decidir la cuestión. Gregory —con otros fundamentos— discute también la tesis de Pilgrim y, habiendo restaurado, a su manera, la mandíbula fósil, la encuentra más próxima a la de una hembra de orangután que a la más primitiva de las mandíbulas humanas posibles. Como se ve, la discusión del Sivapithecus está lejos de encontrarse concluida.
EL MESOPITHECUS. Esqueleto de este simio fósil, hallado en el mioceno superior de Pikerrn (Grecia).

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