EL HOMBRE DE CROMAGNON ¿Quiénes eran esos vecinos, más evolucionados, inteligentes y potentes que acarrearon la desaparición del hombre de Neanderthal? Varios son los tipos de humanidad que ya existen, para ese entonces, sobre la faz de la tierra. Pero sus vecinos más directos son, sin duda, los hombres del tipo de CroMagnon, los de Chancelade y los de Grimaldi. Los primeros son conocidos bajo este nombre por el hallazgo verificado en un abrigo bajo roca existente en un lugar llamado CroMagnon, en la commune francesa de Tayac, cerca de la localidad (célebre también por otros motivos en la prehistoria) de Eyzies (Dordoña). La construcción de un ramal ferroviario dio origen, en 1868, al hallazgo de cinco esqueletos yaciendo en condiciones que permitían suponer la existencia de verdaderas inhumaciones. junto a ellos se halló, en efecto, un ajuar funerario diverso, constituido especialmente por collares y pendientes hechos de conchillas. Luis Lartet, hijo de Eduardo Lartet, fue el primer geólogo que tuvo noticias del hallazgo y a él se deben las cuidadosas extracciones y la primer publicación sobre tales hallazgos. Luego Broca, Pruner Bey. de Quatrefages y Hamy completaron esos estudios, reconociendo a aquellos restos como testimonios indiscutibles de la existencia de una nueva raza fósil: la raza de CroMagnon. Pese a que las condiciones del terreno habían sido minuciosamente estudiadas por Lartet, Gabriel de Mortillet —enemigo acérrimo de la idea de que el hombre hubiese podido realizar un culto de los muertos en la época paleolítica— discutió la importancia de este hallazgo. Inútilmente de Quatrefages y Hamy pretendieron oponerse a sus palabras. Mortillet, fundador de la Prehistoria en Francia, hizo valer su enorme prestigio para aplastar a sus contendores y fue necesaria la aparición de nuevos testimonios (al mismo tiempo que el propio Mortillet desaparecía de la escena) para que el valor del nuevo tipo fósil humano fuera generalmente aceptado.
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