lunes, 23 de septiembre de 2013

ANTROPOLOGIA - Los hombres fósiles del Neolítico

La dolicocefalia (cabeza alargada) es una de las más notables características del Paleolítico. Sólci al final, en el aziliense —verdadera transición entre este período y el Neolítico— aparecen los primeros braquicéfalos, así como formas intermediarias, reveladoras de mestizajes entre los nuevos pobladores y la masa poblativa antigua. Esto puede notarse muy bien en los hallazgos realizados por Schmidt, en Ofnet (Baviera) . Dos fosas, en el interior de una gruta, contenían sendas sepulturas colectivas. La más grande, 27 cráneos; la más pequeña, 6. Todos ellos estaban colocados concéntricamente, muy cerca los unos de los otros, con las caras vueltas hacia el Poniente. Todos conservaban sus mandíbulas y muchos de ellos estaban adornados con conchillas agujereadas y caninos de ciervos. En algunos casos esos cráneos conservaban adheridas algunas vértebras cervicales, pero no se hallaron, en ningún caso, muestras de las vértebras inferiores ni de otros restos esqueletarios. Schmidt interpretó esta ausencia como consecuencia de ritos funerarios. Lo más extraordinario de estas extrañas sepulturas era la mezcla de formas dolicocéfalas, intermedias y braquicéfalas a que antes se ha aludido. Los índices cefálicos variaban de 70 a 89, lo que da la medida exacta de la diversidad profunda existente.
SEPULTURA FEMENINA, En una cámara sepulcral del tipo común en los Altos Alpes se encontró esta dama del segundo período del hierro, adornada con collares de cuentas vítreas o de ámbar, fíbulas, pulseras y objetos de uso diario.
LOS DOLICOCEFALOS Los dolicocéfalos son de cara alargada, de cráneo armónico, muy superiores, morfológicamente, a los hombres de CroMagnon. Para algunos autores son representativos del que luego se llamara Homo mediterraneus; los braquicéfalos representarían a los más antiguos individuos conocidos del grupo del Homo alpinus. Los hallazgos realizados en los "kjokkenmoddings" dinamarqueses, nos dan, a su vez, los elementos representativos del último gran grupo europeo, el del Homo nórdicas. En efecto, las poblaciones europeas actuales descienden, en su casi total integridad, de los tres tipos señalados: el mediterráneo, el alpino y el nórdico. Dentro de ellos existen algunas diferencias locales. Tal es el caso de lo evidenciado por los hallazgos antropológicos verificados en los basureros de Muge, en Portugal, estudiados
por de Paula y Mendes Corréa. En este yacimiento han sido señalados dos tipos antropológicos bien diferenciables. Uno, dolicocéfalo, de calota elevada y de cabeza pequeña. Su talla de 1,60 mts. lo coloca entre los pueblos más bien bajos. Otras características lo vinculan con prenegroides, con preetíopes y preaustraloides. El otro tipo es braquicéfalo, con alguna influencia mogoloide. De ambos, el primero es el más numeroso, revelando ser el antiguo poblador. El segundo constituye el invasor nuevo. Tanto el hallazgo de Ofnet como el de Muge demuestran la existencia de una masa poblativa originaria de dolicocéfalos y la aparición de un factor poblativo nuevo, intrusivo y menor en número, de braquicéfalos. La distancia territorial enorme entre ambos yacimientos, situados respectivamente en Baviera y en Portugal, demuestra que este fenómeno ha debido repetirse en toda Europa, con variantes naturales de detalle, ya en las circunstancias de la invasión, ya en la época en que ésta se ha verificado. Debernos esperar, pues, nuevos hallazgos ratificatorios, que permitan establecer los nexos necesarios para poder estudiar el problema más detalladamente y valorar, con más exactitud, su importancia de conjunto.
LOS BRAQUICEFALOS En Francia, en el Hérault, la mestización de hombres de CroMagnon con braquicéfalos ha sido estudiada por Mayet; en el Marne, por de Baye; en Landes por Lartet, ChaplainDuparc y Hamy; en Mónaco, por Verneau. En Bélgica los hallazgos de Prunieres, de Houzé y Fraipont, han dado los mismos resultados. En España, Siret y Jacques han distinguido el mismo fenómeno en el sudeste español, en donde se advierte la presencia de cuatro tipos: el de CroMagnon, el de los vascos españoles, cuya antigüedad parece muy grande, y dos braquicéfalos, uno de carácter local y el otro igual al tipo portugués de Muge. En Italia hay localidades en que hasta llega a notarse un marcado predominio de los invasores braquicéfalos. Otro tanto ocurre en la Europa central. En Suiza la invasión parece haberse producido desde muy antiguo, pues en los pisos neolíticos más arcaicos hay un predominio casi exclusivo de los braquicéfalos. Es muy curioso notar que este predominio disminuye —a la inversa de lo que ocurre en toda Europa— cuanto más nos acercamos a la Edad del bronce, para lograr un predominio de los dolicocéfalos al entrar en ella. En Alemania se vuelve a encontrar una mayor frecuencia de poblaciones dolicocéfalas. Hungría y Checoeslovaquia muestran el cuadro más frecuente: poblaciones dolicocéfalas al comienzo del neolítico, con tendencia progresiva a su desaparición ante el avance de braquicéfalos, que realizan una invasión bien marcada de las regiones montañosas hacia las llanuras. Si continuamos el examen por la Europa oriental llegamos a otras conclusiones. En Polonia y Ucrania hay marcado predominio de dolicocéfalos muy altos. Cuanto más se marcha hacia el Norte y el Este mayor es el índice de frecuencia de las poblaciones de este tipo. Los estudios de Bogdanov demuestran que el substractum poblativo de Rusia está formado por dolicocéfalos tan pronunciados como los suecos, noruegos y dinamarqueses, constitutivos del tipo ideal del Homo nordicus. Como en muchas otras cosas, Inglaterra, por su condición insular, constituye una excepción. Durante todo el período neolítico no existen allí más que poblaciones dolicocéfalas, de talla pequeña y cara larga, probablemente vinculadas al tipo general de Homo mediterraneus. Hay que esperar hasta la aparición de la Edad del bronce para que aparezcan, en las Islas Británicas, hombres braquicéfalos. Se advierte claramente que la condición insular ha retardado la invasión de estos últimos, preservando la pureza del viejo tipo poblativo, así como, probablemente, la de sus usos y costumbres.
HOMBRE NORDICO TRABAJANDO LA TIERRA. La agricultura nace en el Neolítico. Esta representación primitiva sueca muestra la faena de arar.
CARACTERIZACION DE LOS TRES TIPOS HUMANOS NEOLITICOS EUROPEOS El hombre blanco forma en Europa, desde el período Neolítico, tres grandes tipos, según se ha visto: el nórdico, el mediterráneo y el alpino. Los dos primeros son dolicocéfalos; el último es braquicéfalo. Los tres, en su conjunto, constituyen el Homo sapiens albus. La distinción de los tres grupos ya citados es debida al antropólogo sueco Retzius. En la actualidad el tipo nórdico —de cráneo dolicocéfalo, cara larga y estrecha, nariz pequeña y aquilina, ojos azules, cabellos rubios, piel rosada y alta talla—está expandido por el norte de Europa, costas del Mar del Norte, del Báltico, Escocia, norte y este de Inglaterra, este de Irlanda, Holanda, y en islotes en Bélgica, la cuenca del Sena y Normandía. Partes de este gran núcleo racial han recibido distintas denominaciones, según los autores: raza teutónica o germánica, raza kymrica, etc. El segundo tipo dolicocéfalo, de cara larga y estrecha, nariz larga, ojos y cabellos oscuros, se encuentra extendido en la actualidad por Portugal, España, sur de Francia, Córcega, Cerdeña, Sicilia, Italia central y del sur, Grecia y costa norte del Africa. Pequeños islotes de esta gran familia se hallan en la costa oeste de Inglaterra, especialmente en el país de Gales, y en la costa oceánica de Francia. También partes de este tipo racial, recibieron denominaciones especiales: rama mediterránea, hombre meridional, raza iberoinsular. El tipo correspondiente a la raza alpina —caracterizado por su braquicefalia, su rostro ancho y redondeado, nariz más bien ancha, ojos castaños y cabellos negros o castaños, de pequeña talla— tiene un área de distribución que lo muestra penetrando como una cuña entre las masas poblativas de los otros dos. En efecto, ocupa actualmente la mayor parte de Rusia, de los Balcanes, de Bohemia, Suiza, los Alpes, la Italia del norte, el centro de Francia, la Bretaña, y la costa vasca. Los antropólogos han dividido a estas poblaciones, adjudicándoles nombres diversos: razas occidental, céltica, celtoeslava, armenoide, laponoide, etc. Un antropólogo napolitano, GiuffridaRuggieri, ha dado denominaciones especiales a las tres grandes razas: nórdica, mediterránea y alpina, de que estamos tratando. Según su nomenclatura, un tanto solemne, ellas pertenecen a tres conjuntos de hombres: Homo Indoeuropaeus dolichomorphus nordicus, Homo Indoeuropaeus dolichomorphus mediterraneus, Homo Indoeuropaeus brachymorphus alpinus. Como se ve, la única modificación de GiuffridaRuggieri consiste en la incorporación al nombre de la condición de dolicocefalia o de braquicefalia, distintas. El resto no es más que una presuntuosa traslación al latín de los términos comunes y habituales de las lenguas romances. En contra de ciertos prejuicios raciales, que han tenido una nefanda y deletérea acción en la política y en la vida del mundo, basta la somera indicación anterior, respecto de las áreas de distribución de las tres grandes ramas del hombre blanco, para que se advierta hasta qué punto ciertas doctrinas raciales implicaban una evidente ignorancia antropológica o una perversa deformación política de los datos de la ciencia. La distribución racial (que, desde luego, no revela predominio ni ventaja de ninguno de los tres grandes grupos) , ignora —como no podía ser menos— las actuales fronteras políticas, hijas de problemas actuales, que nada tienen que hacer con las remotas épocas en que estas tres grandes ramas se expanden por Europa. Además, lo anteriormente dicho demuestra, en forma indiscutible, que no hay razas
puras y que las aculturaciones (o mezclas raciales) comienzan a producirse en tiempos prehistóricos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario