martes, 24 de septiembre de 2013

ANTROPOLOGIA - El hombre paleolítico

LAS INVESTIGACIONES ANTROPOLOGICAS RESPECTO AL PALEOLITICO INFERIOR Desde la época, que hoy nos parece tan asombrosamente remota, en que Boucher de Perales exhibía ante sus incrédulos auditorios la famosa mandíbula de Moulin Quignon, muchos son los restos humanos, pertenecientes a hombres del Paleolítico, que han sido excavados por los prehistoriadores europeos. La paleoantropología o, si se prefiere, la Paleontología humana — como gusta denominar a esta disciplina el profesor Boule—, ha sido preferentemente ejercitada en Francia, en donde no es extraño, por ello, que sea el país de Europa del cual se han extraído más restos humanos fósiles. El esqueleto más antiguo quizá sea el hallado en el ya conocido yacimiento de Le Moustier, en la Dordoña, encontrado en 1908 y que se hallaba depositado en el Museo de Etnología de Berlín. Aunque no todas las opiniones estén totalmente de acuerdo, pues mientras Hauser y otros suponen que pertenece al período musteriense inferior, algunas otras autoridades lo atribuyen a uno de los niveles del musteriense superior, lo cual rejuvenecería considerablemente su edad. El individuo enterrado allí era un adolescente, de unos dieciséis años de edad. El conjunto de los restos demostraba la existencia de un verdadero enterratorio, así como la colocación misma del cuerpo lo revelaba: la mejilla derecha descansaba sobre el codo del brazo derecho, el brazo replegado permitía que la mano tocara la cabeza y ésta se apoyaba sobre un montoncillo de fragmentos de sílex. Junto al brazo izquierdo, extendido a lo largo del cuerpo, se hallaron un hacha de mano y una raedera, ambos de tipo netamente musteriense. La posición de este hallazgo, así como el acompañamiento de un pequeño ajuar funerario se ratifican en otros hallazgos, hechos también en 1908 y años posteriores, pertenecientes al musteriense medio. Los abates Bouyssonie y Bardon, en una pequeña gruta de La Chapelle aux Saints (Corréze), hicieron el primer hallazgo; Peyrony, en los años 1909-1911, lo ratificó reiteradamente. En todos los casos se trataba de verdaderas sepulturas, en donde los muertos yacían extendidos o bien con los miembros flexionados. El brazo derecho se presentaba en algunas ocasiones, replegado como para apoyar o tocar la cabeza. En otras, las piernas, encogidas hacia el tronco, parecían indicar que el cadáver hubiese sido, originariamente, mantenido en esa postura por medio de ligaduras. Hasta niños aparecían sepultados en pequeñas fosas individuales. Estos hallazgos de Peyrony, en La Ferrassie (Dordoña), son, a su vez, confirmatorios de los que Puydt y Lohest habían ya efectuado en 1886, en la localidad de Spy, en Bélgica. Todos ellos pueden atribuirse al musteriense, ya medio (en el primer caso), ya final (en el segundo). Es también a este período al que pertenece otro hallazgo, el de La Quina (Charente), en donde fue hallado un cadáver, en un nivel tan fangoso que hacía suponer se tratase de un ahogado. Algunos autores han supuesto la tesis que de tales circunstancias del yacimiento, podría inferirse la existencia de un rito funerario consistente en la exposición de los muertos en el agua. Esta opinión es por demás atrevida y sería necesario un hallazgo de nuevos restos en tales condiciones para que pudiera ser sostenida con mayor verosimilitud. Un conjunto de por lo menos once esqueletos rotos, y en parte calcinados, de la misma edad musteriense, permiten a algunos prehistoriadores suponer que son demostrativos de la existencia de la antropofagia. También para ellos cabría solicitar una espera hasta el hallazgo de pruebas ratificatorias. Estos restos son los que fueron encontrados en Krapina (Croacia) por Gorjanovic Kramberger. Esta abundancia extraordinaria de restos contrasta vivamente con el solitario hallazgo, también musteriense, de un fragmento de mandíbula, que Maska encontró, en uno de los últimos rincones de la cueva Sipka (Moravia), a casi 1,50 mts. de profundidad, bajo un espeso estrato de cenizas. Para cerrar esta enumeración —que no aspira a ser completa— de restos antropológicos pertenecientes al Paleolítico inferior, convendría señalar algunos más cuya edad no es posible determinar exactamente, por deficiencias del hallazgo o de extracción, pero que podemos datar, de una manera general, dentro de aquella vasta época. Las mandíbulas de Malarnaud, Arcy sur Cure, La Haulette, así como el fragmento de mandíbula de Gourdau, son otros tantos hallazgos franceses ratificatorios de la amplia obra realizada por los prehistoriadores de esa nación. Fuera de Francia, sin embargo, podemos señalar para ese período musteriense algunos hallazgos de interés: el cráneo de Gibraltar, sin duda el resto más completo, representativo del cuaternario español, que fue encontrado en 1848 (lo cual explica sus defectuosas condiciones de hallazgo, sin estatigrafía bien definida ni indicación de la fauna fósil que le acompañaba) y (pie no fue dado a conocer hasta 1864. Su remota antigüedad, sin embargo, puede inferirse por las propias condiciones antropológicas, pues Boule, que lo ha examinado, le encuentra rasgos de tan alta primitividad, que lo incorpora al tipo de Neanderthal. También español es el hallazgo verificado por Alsius en Bañolas (Gerona), en 1887. Se trata de una mandíbula, incrustada en un bloque de travertino muy duro. Su gran arcaísmo se muestra en su rusticidad, el espesor de su rama transversal y las características dentarias. Alemania nos ha permitido hallar, en 1856, en el valle de Neanderthal (cerca de Düsseldorf), en una gruta, varios fragmentos de bóvedas craneanas y porciones de huesos largos y de otros restos humanos, pertenecientes todos a un solo individuo. La forma grosera e inexperta en que se verificó la extracción redujo notablemente las posibilidades de estudio de tales restos. Finalmente llegaron a manos de Fuhlrott, quien los estudió. Como en el caso anterior, estos restos han tenido que hablar por sí mismos. Su estado de fosilización era muy grande y, aunque ello no sea siempre una regla absoluta, hace presumir notable antigüedad. Obermaier hace notar, con bastante gracia, que "de haber hecho esta observación en un principio (su investigador), se hubiera evitado el atribuir estos restos a un eremita de los tiempos medievales o a un cosaco ruso del año 1814". Para concluir, recordemos el hallazgo de la mandíbula incompleta de Ochoa, encontrada en la gruta de Schwedentisch (Moravia), hallada en compañía de una fauna cuaternaria de clima frío, entre restos de cenizas y carbones, que parecían indicadores de la existencia de hogares cuaternarios.
EL HOMBRE DE NEANDERTHAL. De entre los cráneos de este tipo de hombre fósil, éste es uno de los mejor conservados. Se trata de un ser joven. Sus características de primitividad — robustez ósea, especialmente mandibular, frente huidiza, órbitas muy grandes, ausencia de mentón— son las acostumbradas.
EL HALLAZGO DE NEANDERTHAL. El primer hallazgo de restos de hombre fósil de tipo de Neanderthal fue hecho en dicha localidad, en 1856. He aquí dichos restos, vistos de costado.

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