EL "HÁBITAT" Quien ha estado en el campo sabe que allí la vida es distinta de la que llevamos en la ciudad. Asimismo el indio de las selvas y el esquimal de las regiones heladas enfrentan problemas muy diferentes. El sitio en que se vive, o hábitat, determina en gran parte el tipo de actividad de un ser vivo. En cada uno de los tres grandes ambientes —tierra, agua y aire— podemos distinguir muchos hábitats. En una pequeña extensión de floresta, por ejemplo, hay seres que viven dentro de la tierra, como las lombrices, los que andan por el suelo, los que pasan gran parte de su vida royendo troncos, los que viven sobre los árboles, como los macacos, los pájaros, las orquídeas y las bromelias (pinas o ananás). Cada uno de estos hábitats tiene sus características y sus habitantes especiales. En el mar también es grande la diversidad de hábitats. Están los seres de superficie, como las medusas y ortigas de mar; los que nadan a media agua, como muchos peces; los de grandes profundidades, y los que viven fijos a las rocas sumergidas o escondidos entre las piedras. En el agua dulce de los lagos y ríos varía el hábitat, y por lo tanto los seres que lo ocupan, según la cantidad de sales y oxígeno disueltos, la corriente, la naturaleza del fondo, el clima y las variaciones de la estación del año. Ciertos seres viven ora en uno, ora en otro medio, como los caimanes, que frecuentan el agua y la tierra. Otros pasan la fase inicial de su vida en el agua y el resto fuera de ella, como muchos insectos de larvas acuáticas. No hay ser que viva siempre en el aire; éste es un medio transitorio, pero de gran importancia, pues exige de parte de quienes lo frecuentan una constitución muy especial para volar o ser llevados por el viento. Hay ciertos hábitats muy extravagantes: las grutas oscuras, los islotes oceánicos aislados, los pozos de petróleo, el intestino humano, los músculos de los bueyes; y otros artificiales, creados por la civilización, como nuestras despensas, los albañales, las ruinas, los depósitos de desperdicios.
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