sábado, 6 de abril de 2013

FILOSOFIA - Filosofía presocrática

LOS ELEATAS: JENOFANES, PARMENIDES, ZENON Como lo dijimos antes, la oposición fundamental de las ideas cosmológicas presocráticas, es la que media entre Heráclito y los pensadores de la escuela de Mea. JENOFANES de Colofón, maestro de Parménides, propuso, según Teofrasto, la siguiente doctrina: "El uno es todo, es Dios; por ende, todopoderoso y no engendrado, porque sería menester que lo que nace, fuese producido por un principio semejante o desemejante". Clemente de Alejandría, en sus Estrómatas, formula así una parte de la doctrina de Jenófanes: "Se representan los griegos a los dioses, con la forma y las pasiones de los hombres; y cada pueblo los pinta con figura equivalente a la suya... Los etíopes los hacen negros, en tanto que los tracios, los fingen rojos y con los ojos azules". Homero y Hesíodo atribuyen a los dioses, todo lo que en los hombres es objeto de desprecio, como el robo, el adulterio y la mentira. Si se diese manos a los bueyes y a los leones, y con ellas pudiesen hacer obras como los hombres, dibujarían las imágenes de los dioses con formas semejantes a las suyas propias. Los caballos, representarían a los dioses como caballos, y los bueyes como bueyes. Se ve por lo anterior que Jenófanes ejercía ya el espíritu crítico contra el paganismo tradicional, haciendo una crítica aguda del antropomorfismo, como la parte negativa de la teoría que ensayó construir, acerca del principio del mundo. Mas, el filósofo verdaderamente creador de la escuela de Elea, es PARMENIDES. Floreció hacia 460 antes de Jesucristo. Parménides niega el devenir, el llegar a ser, y afirma el ser. He aquí un fragmento de su poema filosófico, que revela su genio metafísico; porque hay que advertir que la forma literaria del pensamiento griego, comienza siendo poética. Es decir, que la filosofía en sus orígenes, es parte de la poesía lírica: "No vayas a imaginarte que el no ser existe; aparta tu pensamiento de esta vía funesta; que el hábito rutinero no te haga volver hacia este lado, tu ciega mirada, tus oídos sordos y tu lenguaje. Juzga con tu razón el asunto de estas disputas y las pruebas que enuncio. Una sola vía queda por seguir: que el ser existe. El ser existe, y mil señales nos prueban que no nació ni morirá jamás. Es el Todo, el Unico, el Inmóvil, el Indestructible. No era y no será; porque es. Es el Ser universal, uno y continuo. ¿Cómo querrías tú que hubiera nacido el ser? ¿De qué modo? ¿De cuál origen? ¿De dónde vendría su acrecentamiento? ¿Del no ser? Te prohíbo decirlo y pensarlo. No se puede decir ni pensar que el ser no sea". El texto anterior, ha causado y causará la admiración de los siglos; porque en realidad, toda la filosofía humana, inspirada en la Razón, en lo que los griegos llamaron el Logos, procede de estas reflexiones de Parménides y de su oposición con el pensamiento de Heráclito. Cuando este último filósofo enseña que no es posible descender dos veces en el mismo río, ni tocar dos veces una sustancia perecedera, en el propio estado, se opone a Parménides, que acaba de enseñarnos que el Todo, el Unico, es inmóvil e indestructible. Heráclito empero, afirmó que "los ojos y los oídos son malos testigos para los hombres de almas bárbaras; y que la sabiduría consiste sólo en una cosa: el conocimiento de la razón que todo lo gobierna y penetra". Por esto el problema de la filosofía cosmológica, queda planteado entre el ser y el llegar a ser, entre Parménides y Heráclito. El problema cosmológico es el problema heráclito-eleático. Después de Parménides, dentro de la escuela de Elea, adviene ZENON. El razonamiento de los pensadores de Elea, trata de excluir del ser la pluralidad y el movimiento, como conceptos contradictorios. Este esfuerzo razonador, constituye el primer ejemplo de la dialéctica, y se dibujan para el porvenir dos direcciones divergentes. Habrá filósofos que pongan en el primer término los datos de los sentidos, y a ellos subordinarán las conclusiones racionales; pero otros pensadores, rivales suyos, concederán la primacía a la razón, sobre los datos de los sentidos. La descendencia de Heráclito y de Parménides en la historia del pensamiento humano, no ha terminado ni terminará jamás; ¡porque quizá representan ambos genios extraordinarios, dos tipos eternos y opuestos de filosofar! Zenón es el maestro de la dialéctica, el descubridor de las "aporías" o dificultades que ofrecen al pensamiento los datos de la sensación. Estas aporías no se han resuelto todavía de un modo cabal. ¡A tal punto fue agudo el célebre discípulo de Parménides! Refuta de esta manera a los pensadores de Jonia: Aristóteles, en su Física (libro VI, 9), resume en esta forma los cuatro argumentos del filósofo sobre el movimiento, que ofrecen otras tantas objeciones insolubles a los partidarios de la pluralidad. El primero funda la imposibilidad del movimiento sobre que "sería menester que el móvil llegase al medio antes de llegar al fin". Lo cual nunca podría ser, si el espacio es divisible infinitamente; porque entonces siempre mediará un infinito entre dos puntos cualesquiera del espacio recorrido. "El segundo argumento de Zenón —sigue diciendo Aristóteles— es el que se llama "el Aquiles"; consiste en sostener que el móvil más lento no será nunca alcanzado por el móvil más rápido, porque primero sería menester que el perseguidor llegase al punto de donde ha partido el que huye, por lo cual es preciso siempre que quede un poco de adelanto o ventaja al más lento." Si se supone que Aquiles, el más rápido corredor de Grecia, concede en una carrera, como es justo, alguna ventaja al más lento de los animales en su marcha, que es la tortuga, jamás el héroe alcanzará a la bestia, si el espacio es divisible infinitamente, porque entonces la razón exige un tiempo infinito para pasar sobre cada uno de los puntos del espacio. "El tercer argumento —siempre según Aristóteles— es que la flecha lanzada está en reposo, porque el tiempo se compone de la serie de los instantes presentes... Por tanto, el movimiento es una ilusión de los sentidos." "El cuarto argumento (expuesto por Aristóteles en la Física), recae sobre los móviles que se mueven en el estadio, en sentido opuesto, con masas iguales. Unos parten del extremo del estadio, y otros del medio, con igual velocidad. En este caso, Zenón cree que se iguala la mitad del tiempo, al doble". Todo en virtud del propio razonamiento; porque si el espacio es infinito, como el infinito es igual a sí mismo, resulta que la mitad iguala al todo. Así como Heráclito es el padre común de toda la dirección evolucionista del pensamiento, es Parménides una especie de Spinoza de los tiempos presocráticos. Si tuviesen absolutamente razón ambos grandes filósofos, como lo ha dicho Hegel, ¡el mundo real no existiría! Sólo existiría el Ser, o el Dios de Spinoza, es decir, la sustancia infinita y única; pero esto es, conforme a la inolvidable expresión hegeliana, un "acosmismo", o sea, la negación del mundo.

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