lunes, 29 de abril de 2013

FILOSOFIA - La filosofía en el siglo XX

LA FILOSOFIA DE LA EXISTENCIA LA EXISTENCIA AUTENTICA. LA ANGUSTIA Y LA NADA. - Todos los hombres llevan una existencia trivial en mayor o menor grado. La existencia trivial es una forma de ser del hombre; mas es posible al hombre en ciertos casos eludir y superar dicha existencia. En la existencia trivial el hombre se halla inmerso y disipado en la vida cotidiana; no tiene conciencia de sí mismo, se deja llevar de aquí para allá a través de hábitos y costumbres generalmente aceptados. Pero suele ocurrir que el hombre llegue a tener conciencia de sí mismo, en virtud de que es capaz de separarse de su contorno, de substraerse de él, no física sino mental o espiritualmente. En ese instante el hombre se da cuenta, propiamente, del mundo. El hombre, en verdad, se diferencia del animal en que éste sólo vive en un medio, al paso que él posee un mundo: ello es, tiene la capacidad de separarse de su contorno para objetivarlo (conocerlo), y, lo que es más decisivo, tornarlo en algo extraño a él. Esta vuelta sobre sí mismo, este retorno a la conciencia personal es un acontecimiento que lleva de la existencia trivial a la existencia propia o auténtica, y es posible gracias a que surge en la conciencia humana la idea de la nada. A la conciencia de que algo existe va aparejada necesariamente la conciencia de la nada. El ser en general es impensable sin el no ser. ¿Por qué existe el ser y no la nada?, pregunta Heidegger, al buscar el punto de partida de la ontología. Mas la connativa y sentimental conciencia de la nada es la angustia. La angustia es la amenaza de la nada. La angustia (del latín angustus, derivado a su vez de ango, estrechar) es una vivencia fundamental humana por obra de la cual se nos reduce a la nada el ser y sentido de todas las cosas. Cuando un hombre se angustia, todo en torno suyo se desvanece, pierde la estructura y la consistencia. Las cosas de la existencia trivial dejan de ofrecerse con la importancia y valor generalmente reconocidos; se diluyen, se disuelven, se esfuman en el vacío de la nada. Pero cuanto más, gracias a la angustia, las cosas se desvanecen, van perdiendo sus contornos precisos, tanto más nos hiere el hecho radical de una existencia desnuda, opaca, impenetrable. Las cosas dejan de tener una estructura, pero se ofrecen en su impresionante realidad. La nada de la angustia es como el telón de fondo en que se ofrece en forma primaria el radical existir; un existir, a decir verdad, temporal y finito.

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