viernes, 17 de mayo de 2013

DERECHO PUBLICO - Relaciones Exteriores

POLITICA DEL EQUILIBRIO En la política de las grandes potencias europeas existe desde los Tratados de Westfalia de 1648 la preocupación por el equilibrio, que tiende a evitar el predominio de una sobre las demás. El Congreso de Viena de 1815, que en vano ensayó clasificar a los Estados según su extensión territorial o su poderío bélico, optó por crear un Directorio encargado de la conservación de la paz. Más tarde, las potencias europeas mantuvieron el equilibrio con alianzas permanentes y "ententes cordiales", tales como la "Triple Alianza" entre Alemania, Austria e Italia; y la "Triple Entente" entre Gran Bretaña, Francia y Rusia. Pero en 1914, cuando Austria atacó a Servia y Alemania invadió a Bélgica, el equilibrio quedó roto, provocando la primera conflagración. En la Conferencia de Paz de 1919 campeó todavía el principio del equilibrio, atemperado por la creación de la seguridad colectiva a cargo de la Sociedad de las Naciones. También en América hubo preocupaciones por el equilibrio, sin dar lugar, empero, a la formación de alianzas perpetuas, salvo en el Tratado de Río de Janeiro de 1947 sobre asistencia recíproca contra agresiones. Con el encumbramiento del Japón y de los Estados Unidos al rango de grandes potencias mundiales, el equilibrio se hizo universal. En los siglos anteriores sólo se pensó en el equilibrio político, pero actualmente se pugna también por el equilibrio económico, la expansión colonial, la distribución de materias primas, la adquisición de mandatos y fideicomisos, el predominio comercial. La política del equilibrio es legítima, si se mantiene dentro de la esfera de la propia conservación; pero es censurable cuando tiende a destruir la preponderancia ajena con el único fin de implantar la propia, como ha sucedido con harta frecuencia. Precaverse contra peligros actuales o eventuales, es hacer uso de un derecho, pero todo tiene su límite. Las combinaciones del equilibrio se justifican frente a un Estado que deba su grandeza a su política absorbente y agresiva; pero son ilegítimas si un Estado debe su prosperidad al genio de su pueblo, a su espíritu emprendedor, a las condiciones naturales de su territorio, a la liberalidad de sus instituciones. Varios Estados han desarrollado una intensa política colonial. Sus rivalidades en este terreno afectaron más de una vez al equilibrio europeo, tanto que la solución pacífica de algunos diferendos coloniales facilitó la concertación de la "entente cordial" franco - anglo - rusa, mientras que las disidencias de Francia y Alemania en Africa no fueron ajenas al estallido de la primera guerra europea. Cuando, a consecuencia del Tratado de Versalles de 1919, Alemania perdió sus colonias, por haber sido repartidas entre las potencias vencedoras en forma de "mandatos", comenzó el Reich a reclamar un "espacio vital" para acrecentar su territorio y obtener una mejor distribución de las materias primas. Estas reivindicaciones contaron con el apoyo de Italia, disconforme por no habérsele adjudicado ningún "mandato" y por carecer, más que Alemania misma, de las materias primas necesarias a su condición de gran potencia industrial. Por su parte, el Japón no se conformó con haber obtenido el mandato sobre varias ex colonias alemanas del Pacífico, sino que emprendió una política de expansión colonial a costa de China, invocando la necesidad de "espacio vital" debido a las restricciones raciales que se opusieron a la inmigración de sus ciudadanos en casi todos los países de civilización occidental.

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