jueves, 23 de mayo de 2013

FILOSOFIA - La filosofía en el siglo XIX

EL DESCUBRIMIENTO DE LA VIDA HUMANA FEUERBACH. - Ludwig Feuerbach (1804-1872) ha contribuido también a despertar y sostener la atención en torno del tema del hombre. (Obras principales: La Esencia del Cristianismo, 1841; La Filosofía del Futuro, 1843; Esencia de la Religión, 1851.) En un principio hegeliano (fue uno de los corifeos del ala izquierda de esta corriente), luchó más tarde en contra de muchas y fundamentales ideas de la filosofía de Hegel. Expresa su propia evolución con estas palabras: "Dios fue mi primer pensamiento; la razón, mi segundo; el hombre, mi tercero y último". La filosofía es para Feuerbach fundamentalmente una teoría del ser del hombre, una antropología. Rechaza la metafísica como doctrina de una realidad situada más allá de la experiencia. "Confórmate con el mundo dado", dice en uno de sus ingeniosos aforismos. Feuerbach llegó a ser ampliamente conocido por sus ideas en filosofía de la religión. Reduce la teología a la antropología. El hombre crea a sus dioses a su imagen y semejanza, y, a decir verdad, tomando en cuenta sus necesidades e indigencias, sus angustias y esperanzas. Toda representación de Dios es, por ende, antropomórfica. L a s representaciones que el hombre hace de la divinidad y que van cambiando con las culturas y los tiempos, son, en sustancia, manifestaciones de la peculiar naturaleza, de la íntima y secreta autenticidad de éste. Por este motivo, las religiones no deben ser censuradas, sino comprendidas. Una reflexión crítica sobre las religiones lleva ciertamente al ateísmo, que en ningún caso ha de conculcar e intentar abolir la religión. El ateísmo es una concepción de la vida en que el hombre cobra conciencia de sus limitaciones, pero, al propio tiempo, de su poder. STIRNER. - Feuerbach postuló una antropología filosófica revolucionaria, pero no se reveló, como Kierkegaard, en contra de toda filosofía especulativa de ideas generales. Max Stirner (1806-1856), "el filósofo más repudiado por la ética", y formado también en la dirección hegeliana de izquierda, impugna este carácter universalista de la filosofía, bien que sobre otras bases. Lo real por excelencia es el individuo, el yo. "El Unico", como le llama Stirner en su obra extraordinariamente difundida El Unico y su Propiedad (1845). El Unico es el individuo real no sometido a ninguna categoría. "El Unico, no quiere buscar fuera de sí mismo, como otro Arquímedes, un punto de apoyo fijo y eterno donde cobrar impulso; y tampoco quiere ser el acróbata que baila sobre la cuerda de la objetividad. El Unico no es el hombre, ni es humano; no es un concepto ni una esencia: es un individuo de carne y hueso. Soy yo. Resultarán vanas todas las tentativas que se hagan para identificarme con 'la verdadera esencia de la especie'. Yo soy el sin nombre, sin leyes, sin modelos. Yo soy hombre, sí; pero soy más que hombre: soy el sujeto de una individualidad 'que sólo a mí me pertenece'. Y no soy tampoco el Yo absoluto de Fichte: soy mi yo transitorio, que conoce el dolor y conocerá la muerte" (V. Fatone).

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