sábado, 18 de mayo de 2013

DERECHO PUBLICO - Relaciones Exteriores

POLITICA IMPERIALISTA Los pueblos de la antigüedad vivieron en continua hostilidad con los países extranjeros y en aquel tiempo los tratados de paz no fueron sino treguas entre guerras. Hasta la culta Grecia desarrolló una política de hegemonía y de equilibrio. Roma ha sido imperialista y con tendencias hacia la monarquía universal. Esta política absorbente pasó al Imperio de Carlomagno y al Sacro Imperio Romano de la Nación Germánica. Pero la unidad temporal halló un contrapeso en la unidad espiritual del Papado y en las aspiraciones nacionales de los Estados que nacieron del caos medieval, los cuales, para consolidarse, se aferraron a la soberanía absoluta como medio para combatir el sistema feudal. Durante el siglo XIX varias potencias desarrollaron la política imperialista y de hegemonía. Entiéndese por "imperialismo" no la forma imperial de gobierno, sino un sistema que demuestra poco respeto por los derechos ajenos y que trata de imponer el propio criterio, aunque sea por la fuerza. Los imperialistas desprecian las fórmulas consagradas por el uso. A veces una nación imperialista se hace campeón del pacifismo, pero sin abandonar sus puntos de vista propios. El lema del imperialismo es "subyugar o redimir". Otra forma de la política exterior, propia de Estados poderosos, es la "hegemonía", que les permite ejercer la preponderancia derivada de su potencialidad y, aunque no pretendan desconocer los derechos de los Estados más débiles, gozan de primacía en las cuestiones de interés común. La pendiente es peligrosa y la hegemonía conduce fácilmente al imperialismo.

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