jueves, 2 de mayo de 2013

FILOSOFIA - La filosofía en el siglo XX

LA FILOSOFIA DE LA EXISTENCIA El existencialismo es, entre las doctrinas filosóficas de nuestro tiempo, la que goza de mayor y más sugestiva atracción. Por dondequiera se habla y se escribe alrededor de ella. Los círculos profesionales y no profesionales están impregnados de existencialismo: todos preguntan, todos enjuician, todos discuten, todos se inquietan por la filosofía de la existencia. Como toda significativa corriente filosófica, el existencialismo tiene críticos de toda especie. Los hay severos pero comprensivos, y los hay gratuitos y superficiales. Entre estos últimos se encuentran un grupo de impugnadores que enderezan a la doctrina del existencialismo los más agrios e injustificados improperios. No le conceden siquiera el rango de filosofía. La llaman desdeñosamente "cocaína filosófica" y "náusea de impotencia", y no faltan quienes ven en ella un peligro social y político. A muchos causa grima que el existencialismo hable de remordimiento y pecado de vida y muerte, de existencia banal y existencia auténtica, de dolor y angustia, de peligro y riesgo, de confianza y desesperación... No advierten quienes así proceden, que bajo estos vocablos la filosofía existencial se empeña en esclarecer y elucidar fundamentales temas filosóficos, como son los de la esencia de la vida humana, de la personalidad del hombre, de los "avatares" y valor de la existencia, del sentido de la muerte. Ciertamente, los filósofos existencialistas pretenden dar un nuevo y radical planteamiento y una adecuada y original solución a dichos problemas. Hay más: sus pretensiones no sólo ostentan un carácter teorético: también se ofrecen con un propósito práctico: aspiran no únicamente a enmendar la plana de la filosofía precedente, sino también a suministrar pautas de vida, normas conforme a las cuales ha de vivir el hombre para realizar una auténtica y superior existencia. Los filósofos existencialistas, empero, difieren entre sí. Hay un existencialismo germano (Heidegger, Jaspers, Pieper...) que enlaza con el teólogo protestante Soeren Kierkegaard. Al lado de él, se desenvuelve en forma original el existencialismo francés (Wahl, Jankelévitsch, Marcel, Le Senne, Lavelle, y, sobre todo, Sartre). El existencialismo ruso se vincula a Dostoievsky y tiene como representantes a Berdiaeff y Chestov. También hay un existencialismo italiano (Abbagnano. Pareyson, Castelli), y de cierto, un existencialismo español, en el que figuran Unamuno y de manera relevante Ortega y Gasset. Con todo, hay un fondo común en todas estas direcciones, que constituye, por así decirlo, lo peculiar y característico del existencialismo.

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