viernes, 31 de mayo de 2013

DERECHO PUBLICO - Servicio Diplomático

PRIVILEGIOS DE LOS FUNCIONARIOS DIPLOMATICOS Los funcionarios diplomáticos gozan de privilegios en el país en que son acreditados. Antiguamente estuvieron colocados bajo la protección de los dioses; más tarde se identificaron con la persona del monarca a quien representaban; hoy solamente tienen las prerrogativas indispensables para el cumplimiento de su misión. Para ello gozan de inviolabilidad, independencia y prerrogativas de cortesía. La "inviolabilidad" es la seguridad material y moral de la persona del diplomático, de su residencia, del local de la Embajada o Legación y de las cosas afectadas a su persona. Ella cubre, no sólo al jefe de la misión, sino también a todo el personal oficial y no oficial que conviva con él, y aun a la gente de servicio. La "independencia" consiste en que el funcionario diplomático no está sujeto a las autoridades del Estado en que presta sus servicios, de modo que se halla exento de la jurisdicción civil, comercial, penal, correccional y policial del Estado.

FILOSOFIA - La filosofía en el siglo XIX

MAINE DE BIRAN Y LOS ORIGENES DEL ESPIRITUALISMO FRANCES En las postrimerías del siglo XVIII y principios del siglo XIX nace en Francia, superando la doctrina sensualista, una dirección espiritualista que ha de determinar, desde entonces uno de los rasgos sobresalientes de la filosofía francesa. Precursores de ella son Laromiguiére (Lecciones de Filosofía) y Degérando (Historia comparada de los sistemas filosóficos en relación con los principios del conocimiento humano). MAINE DE BIRAN (1766-1824) lleva a feliz término el tránsito de la ideología al espiritualismo, en sus obras: Ensayos sobre el fundamento de la psicología y sobre sus relaciones con el estudio de la naturaleza: Memoria sobre la descomposición del pensamiento; Diario íntimo. Maine de Biran busca el hecho primario en que ha de fundarse la ciencia. "Esto no puede ser la sensación, porque ésta no es ni siquiera un hecho; un hecho, para serlo, ha de ser conocido, ha de ser para alguien, y requiere la concurrencia de la impresión sensorial con el yo. La conciencia implica una dualidad de términos, una coexistencia, y esto a su vez requiere un ámbito previo donde yo me encuentro con lo conocido. Lo sabido es siempre consabido, porque saber es saberme ya con el objeto. Todo hecho supone una dualidad de términos que no pueden concebirse separadamente, sino que son función uno del otro; el yo sólo existe al ejercitarse frente a una resistencia. Maine de Biran convierte los conceptos objetivos en funcionales; el yo y lo resistente sólo son ingredientes de esa realidad activa... "La conciencia de esto es algo radical; yo no soy una cosa: el hombre forma una antítesis con el universo entero; ni el esfuerzo es cosa, ni tampoco sus términos, que sólo se constituyen como tales en su interacción. Maine de Biran entiende la vida como una tensión activa entre un yo y un mundo que sólo son momentos de la realidad primaria del esfuerzo. El yo llega a ser, se constituye en el esfuerzo, y por eso el hombre puede iniciar series de actos libres y tiene vida personal, humana. En Maine de Biran se da oscuramente una visión vacilante y confusa, mal expresada, pero certera, de esa realidad que llamamos vida humana" (Marías). En una posición inconfundiblemente espiritualista se sitúa ROYER COLLAR (17631843). Por su parte, VICTOR COUS1N (17921867), aúna en una doctrina ecléctica elementos de la filosofía idealista alemana con pensamientos de Maíne de Biran y de la escuela escocesa (Reid). Obra principal: Lo Verdadero, lo Bello y lo Bueno (1837).

jueves, 30 de mayo de 2013

DERECHO PUBLICO - Servicio Diplomático

EL "DERECHO DE ASILO" Una de las prerrogativas de los agentes diplomáticos es el "derecho de asilo", consagrado por las prácticas latinoamericanas, pero que todavía no es un derecho universalmente admitido. En los siglos pasados, debido a la ficción de extraterritorialidad, las Embajadas o Legaciones servían de refugio a toda clase de delincuentes, así fueran reos de delitos comunes o de delitos políticos. Actualmente el asilo solamente se concede a los perseguidos por delitos políticos. Se discute si es un derecho o• un acto de humanidad y si existe en ausencia de estipulación contractual. Durante la última revolución de España de 1936, se discutió nuevamente la naturaleza del asilo, opinándose por lo general que pertenece más a la moral que al derecho. Como quiera que sea, en el Derecho público latinoamericano se ejerce el asilo, no sólo en Embajadas o Legaciones, sino también en buques de guerra, campamentos y aviones militares. Hay naciones que no dan asilo sino a sus propios nacionales y en virtud del amparo diplomático ordinario. No se tolera el asilo en oficinas consulares. El derecho de asilo fue reglamentado por el Tratado de Derecho Penal Internacional, firmado en Montevideo en 1889, por la Convención Panamericana de la Habana de 1928, por la Convención suscrita en Montevideo en 1933 durante la VII Conferencia Panamericana, y finalmente por el Tratado de Montevideo de 1941, que revisó varias disposiciones del Tratado de 1889 suscrito en la misma capital. En resumen, el agente diplomático que concede el asilo debe poner el hecho en conocimiento del gobierno local inmediatamente; éste puede exigir que el asilado sea conducido fuera del territorio, y el jefe de misión tiene el derecho de solicitar las garantías necesarias para la expatriación del asilado. La definición del delito político pertenece al diplomático que otorga el asilo. Este puede ser otorgado, pero no hay obligación de otorgarlo y puede ser concedido no sólo en los lugares antes citados, sino también en la residencia particular del agente diplomático o en otros locales habilitados por él. El asilo político no debe confundirse con el "refugio político" en territorio de cualquiera de los Estados contratantes. Los refugiados no pueden conspirar contra el país de su procedencia, ni crear juntas destinadas a promover o fomentar perturbaciones del orden, so pena de perder los beneficios del refugio; pero el Estado no tiene el derecho de reintegrar al refugiado a su patria. A pedido del Estado extranjero, el que da refugio debe proceder a la vigilancia e internación de los emigrados políticos hasta una distancia prudencial de la frontera. Se propone en doctrina que la vigilancia e internación puedan aplicarse también de oficio por el Estado refugiante.

FILOSOFIA - La filosofía en el siglo XIX

Hegel muere en 1831. Su influencia en la filosofía, ya vigorosa en las primeras décadas del siglo XIX, continúa en su escuela, que adquiere una triple tendencia: derecha, centro e izquierda. Pero al propio tiempo surgen pensadores en denodada lucha contra el hegelianismo (Comte, Kierkegaard...) o, por lo menos, en un plano de independencia intelectual (Nietzsche, Lotze...). En torno a aquella polémica y a los nuevos aportes de los pensadores independientes, tiene lugar en el siglo XIX un triple hecho de indudable importancia: 1) La segregación de las ciencias particulares del tronco filosófico, segregación que había comenzado a operarse desde el siglo XVII. No sólo las matemáticas, la astronomía, la física se independizan de la filosofía, ni sólo la química y la biología, sino también las llamadas ciencias del espíritu, la economía política, la sociología, la demografía, la historia, la filología. Cuando se piensa que en los últimos años del siglo XVIII, Fichte pretendía haber resuelto a priori la cuestión homérica en el mismo sentido que F. A. Wolff y polemizaba con Hegel y otros filósofos sobre la cuadratura del círculo, puede comprenderse el cambio operado. 2) La separación también de la reflexión filosófica, de la ciencia de la psique, la psicología. El desarrollo que adquiere la psicología, especialmente en la segunda mitad del siglo XIX, no es comparable ni remotamente con ningún progreso anterior; y ella ha constituido de tal modo una especialización de investigaciones, y una complejidad de doctrinas propias, que requiere para cultivarla una preparación y un tecnicismo especiales, diferentes de las actitudes y de los estudios filosóficos en general. Por ello, si sus relaciones con la filosofía sigue siendo motivo de controversias, su progresiva separación es un hecho indiscutiblemente característico del siglo pasado, y conexo a toda la orientación filosófica del mismo. 3) En fin, la afirmación de la conciencia histórica de la vida y de la cultura humanas. Se ha llegado a tener plena conciencia de que la verdad se conquista gradualmente, a través de la colaboración entre las generaciones que se suceden en el tiempo; y que por lo tanto la historia de la ciencia y de la filosofía no es una historia de errores que se pueden descuidar impunemente cuando se cree estar en posesión de la verdad, sino la historia de las etapas sucesivas a través de las cuales ha tenido que pasar necesariamente el espíritu humano para llegar al estado actual, etapas que llevan todas en sí algún elemento insuprimible de esa verdad, a la que se va aproximando trabajosamente. Vemos así que por primera vez el siglo XIX nos ha dado una historia de la filosofía verdadera y propia, cuyo maravilloso desarrollo, como rama fundamental de los estudios filosóficos, no es comparable con las escasas y defectuosas referencias históricas que se encuentran en filósofos precedentes (Ravá).

miércoles, 29 de mayo de 2013

DERECHO PUBLICO - Servicio Diplomático

CLASIFICACION DE LOS AGENTES DIPLOMATICOS Aunque generalmente se da a los agentes diplomáticos de la segunda categoría el título de "enviados extraordinarios y ministros plenipotenciarios", esta denominación no responde a la realidad, pues ni son extraordinarios (porque desempeñan una función permanente), ni son plenipotenciarios (porque necesitan plenipotencia especial para suscribir tratados). Una Convención suscrita en la Habana en 1928, durante la VI Conferencia Panamericana, estipuló que los agentes diplomáticos serán clasificados en ordinarios y extraordinarios, según que desempeñen una misión permanente o transitoria. El Soviet de Rusia acredita "representantes diplomáticos" de una sola categoría. En la práctica, la clasificación de los funcionarios diplomáticos en cuatro categorías no afecta la igualdad de sus derechos y deberes. Lo que pasa es que el ceremonial de recepción de los embajadores, legados y nuncios es más aparatoso; en las solemnidades públicas se reserva a los de primera categoría un lugar preferente; se les permite tratar directamente con el Jefe del Estado, mientras que los demás tratan por intermedio de la Cancillería; pero esta diferencia está en vías de desaparecer. No todos los funcionarios que el Estado envía al exterior tienen carácter diplomático. No lo revisten los funcionarios consulares, ni los delegados a congresos internacionales, a no ser que se les confiera especialmente esta calidad. No todos los funcionarios encargados de una misión diplomática son agentes diplomáticos propiamente dichos, pues también hay agentes especiales, cuyo mandato expira a la terminación de su misión: a veces se envían agentes confidenciales, que son recibidos en audiencia privada, sin reconocimiento ostensible. Los agentes diplomáticos van acompañados de un séquito que comprende al personal oficial y al no oficial. El primero se compone de consejeros, secretarios, agregados militares, navales, aeronáuticos, culturales, obreros, civiles, comerciales, cancilleres, correos, etc. El personal no oficial incluye a todas las personas que, sin desempeñar un cargo público en la Embajada o Legación, acompañan al jefe de la misión y permanecen a su lado: esposa, hijos, secretario privado, servidumbre. Es deber general de los agentes diplomáticos intensificar las buenas relaciones entre su gobierno y el del país en que se halle acreditado; defender los intereses de sus conciudadanos en todo aquello que exceda la competencia de los funcionarios consulares; reclamar para su gobierno cualquier facilidad o ventaja que se otorgue sin compensación a cualquier otro gobierno; repatriar a los connacionales que carezcan de recursos; dar curso a los exhortos y cartas rogatorias; ejercer el control sobre el servicio consular de su país; no mantener polémicas en publicaciones diarias o periódicas sobre asuntos de carácter político; sólo pueden, llegado el caso, rectificar imputaciones equivocadas o maliciosas contra su país o gobierno, siempre que no corresponda una reclamación formal por vía diplomática. La actitud de los agentes diplomáticos depende de las orientaciones de la política exterior del Estado que representan. El concepto de la diplomacia ha sufrido variaciones en el curso de los siglos. En otros tiempos, para desempeñar estos cargos, era menester ser persona cortesana, astuta, sin escrúpulos, apta para engaños, intrigas, espionaje y revelación de secretos ajenos. Luis XV dijo: "el que no sabe disimular, no sabe reinar". En aquel entonces los diplomáticos no fueron un elemento de armonía internacional: la guerra injusta, el aniquilamiento de los Estados débiles, la anexión violenta de territorios, la agresión imperialista; todos estos actos contaron con la participación activa de los diplomáticos, los que emplearon los pretextos más fútiles y la dialéctica más refinada para sostener, explicar y justificar las teorías más descabelladas y las pretensiones más contrarias a la equidad y al derecho. Hoy, las costumbres han cambiado. La diplomacia desempeña una misión de acercamiento y de pacificación que permite a sus funcionarios conservar intacto su patrimonio personal de honradez y buena fe. Existen, naturalmente, excepciones deplorables; pero la diplomacia de nuestros tiempos tiene por objeto: conciliar los intereses encontrados de las naciones; llevar a buen término las negociaciones internacionales; vigilar el estricto cumplimiento de los tratados; velar por la dignidad del país sin afectar a la de los demás Estados; prevenir los conflictos. En el desempeño de su misión, los diplomáticos tienen el deber de conducirse con fidelidad a su propio país, pero sin felonía hacia el gobierno que les brinda hospitalidad, lo cual no significa que hayan de ser obsequiosos hasta el punto de descuidar el decoro que deben a su propia investidura. Al velar por los intereses del Estado que representan, deben abstenerse de todo acto ofensivo o capaz de herir la susceptibilidad del país de su residencia. Deben respetar su soberanía, no inmiscuirse en sus asuntos internos o externos, no favorecer a los partidos políticos en lucha. Deben ser moderados en el lenguaje, parcos en la conversación, respetuosos de las costumbres regionales, asociarse a los festejos públicos del país, no pronunciar discursos hirientes y, en general, conducirse con espíritu benevolente y amistoso.

FILOSOFIA - La filosofía en el siglo XIX

FECHNER Y LOTZE Una muy diferente orientación toma la filosofía en cuatro importantes pensadores, quienes tratan de conciliar los nuevos progresos de las ciencias con una concepción semiidealista o semiespiritualista de la vida y el mundo, y en éste su intento llevan a cabo significados descubrimientos. Dichos pensadores son Fechner, Lotze, Hartmann y Wundt. GUSTAVO TEODORO FECHNER (1801-1887) y HERMANN LOTZE (1817-1881) fueron hombres de ciencia. Fechner fue físico; Lotze, fisiólogo. Fechner defiende una suerte de panpsiquismo, en su libro Nanna o Sobre la Vida Psíquica de las plantas. Dado que entre el reino de las plantas y el de los animales no existe solución de continuidad, no hay razón para negar la vida psíquica a las plantas. Hay más: ¿por qué no han de tener también alma los astros? La analogía entre la vida de los seres inorgánicos lo empuja a sustentar la idea de un alma universal indestructible. Hay una correlación entre lo psíquico y lo corpóreo. El mundo material es el mundo externo del universo; el mundo psíquico, el lado interno. La ley de la conservación de la energía rige en los dos mundos; pero la intensidad psíquica (sensación) no aumenta en la misma forma que el excitante que la produce (las intensidades de la sensación se comportan como los logaritmos de las intensidades de los estímulos: Ley Weber-Fechner). Con este principio da Fechner la base para una psicología fisiológica. Fechner es eudemonista. Acepta como fin supremo la mayor felicidad posible en la humanidad. El placer es el fundamento de la contemplación artística. La estética tiene que partir de muchas experiencias; ha de ser una estética psicológica, "desde abajo", no especulativa. Por su parte, Lotze formula el idealismo teleológico. Considera el mecanismo de la naturaleza como la legalidad en que el impulso de la vida y de la creación, que constituye lo peculiar de la esencia espiritual de todo lo real, lleva a cabo su objetivo, lo bueno. Según esto, la ciencia natural, en todo caso, no posee otro principio que el del nexo causal mecánico, cuya validez se lleva al propio campo de los organismos: pero el punto de partida de la metafísica se halla, como el de la lógica, en el dominio de la ética. En el desarrollo de este idealismo teleológico repercuten motivos de todos los grandes sistemas de la filosofía alemana en una nueva configuración armónica: todo lo real concreto realiza su esencia en las relaciones vitales, en las que se encuentra con otro concreto real, y esas relaciones, que vienen a determinar la cohesión del universo, sólo son posibles si todo lo existente se funda, como parte de la realidad, en cierta unidad substancial, y si al propio tiempo todo contacto entre las esencias particulares se concibe a modo de una realización de un contenido de la vida universal, pleno de finalidad. Para llevar a efecto cabalmente estos pensamientos metafísicos fundamentales estaba llamado Lotze, debido a su poderosa universalidad, mediante la cual era capaz de domeñar los hechos y las formas de las elaboraciones científicas en las disciplinas particulares, e incluso en este aspecto se articulaban su personalidad y su doctrina a la época precedente. Su posición propia se caracteriza en general por su manera de concebir el conocimiento, o saber, como un influjo mutuo vital y lleno de finalidad, entre el "alma" y las otras "substancias". El hombre obra, en última instancia, movido por apreciaciones de valor. En su Lógica hace ver Lotze, la serie de formas del pensamiento en un nexo sistemático que se desarrolla tomando como pauta las exigencias o tareas del pensamiento mismo. En su Metafísica ha desenvuelto la concepción del mundo del idealismo teleológico con agudeza intelectual y cuidadosa ponderación. La tercera parte del sistema, la ética, no ha llegado a ser tratada en esta forma rigurosa: a trueque de ello, aparecen las convicciones del filósofo y su madura comprensión de la vida y de la historia, en la bella y sutil exposición de su obra Microcosmos.

martes, 28 de mayo de 2013

DERECHO PUBLICO - Servicio Consular

Los cónsules tienen funciones propias que no se confunden con las funciones diplomáticas. La palabra "cónsul" proviene del latín consulendo. En sus orígenes se dio este título a ciertos magistrados de la antigua Roma, pero más tarde se utilizó en las costas del Mediterráneo para señalar a los agentes establecidos en los países del Levante con la misión de proteger el comercio. Actualmente el cónsul es un funcionario permanente que el Estado mantiene en un país extranjero para que vele por los intereses comerciales de sus connacionales y desempeñe a su respecto funciones administrativas, notariales, de estado civil, policía de la navegación, estado sanitario y, en general, para que represente en la nación de su residencia los intereses comerciales, industriales y públicos de su propio país. La institución consular data de la Edad Media y de los primeros tiempos de la Edad Moderna, cuando aparecieron las factorías autónomas de Venecia, Amalfi, Pisa, Marsella, Barcelona y otras ciudades marítimas en el Asia Menor y en las costas del Levante. Este sistema se propagó a los comptoirs del Mar del Norte y del Báltico, donde los cónsules recibieron diversos títulos. En aquel tiempo los cónsules fueron comerciantes electi, elegidos por los propios connacionales. Con la formación de los Estados modernos, el cónsul se transformó en funcionario del Estado cuyos intereses fue llamado a proteger, un cónsul misses, dotado de amplias atribuciones, no sólo comerciales, sino también judiciales y políticas. Con la consolidación de la soberanía y la generalización de las Legaciones permanentes, el cónsul perdió sus funciones judiciales y políticas y sólo conservó las de orden comercial, salvo en los países sujetos a las Capitulaciones u hors-Chrétienté. En nuestro tiempo, el cónsul comparte con las Embajadas la protección de sus connacionales y vela por el cumplimiento de los tratados que aseguren sus derechos, además de sus funciones administrativas. Se admite generalmente que los funcionarios consulares carecen de representación y carácter diplomático con respecto al país en el cual se hallan acreditados; pero que tienen carácter representativo en lo concerniente a los intereses comerciales del país de su procedencia, de manera que faltando el agente diplomático, pueden dirigirse al gobierno local y tratar con él asuntos que están generalmente reservados a las negociaciones por la vía diplomática.

FILOSOFIA - La filosofía en el siglo XIX

LA DOCTRINA DE LA EVOLUCION: DARWIN Y SPENCER En parentesco con el positivismo, aparece la doctrina de la evolución. La idea de la evolución que tan significativo influjo ejerció durante el último tercio del siglo XIX en las ciencias naturales, pronto se extendió considerablemente a las ciencias de la cultura (economía, pedagogía, sociología, etc.). También la filosofía experimentó los efectos de aquella idea; las consecuencias, como era natural, apuntaron a una reforma de fondo en la manera de concebir el mundo y el valor de la vida. Que CARLOS DARWIN (1809-1882) logró hacer universalmente conocida la teoría de la evolución, nadie lo discute. El principio de que las especies vivientes (animales o plantas) se han originado unas de las otras, se había ya sostenido desde la época de los griegos; pero sólo en el siglo XIX llegó a ser moneda corriente en el mundo de las ideas, por la base experimental que ahora ostentaba. Además, su merecida importancia se amplificó al ponerse en pugna esta nueva teoría natural de las descendencias de las especies con las concepciones religiosas en boga. En efecto, la nueva doctrina despoja al hombre de su origen divino. Como todo animal, el hombre es producto de una evolución natural; y por cierto, ni el último ni el primero. De él arrancarán nuevas especies cada vez más evolucionadas gracias a una ley causal que rige la vida. Llevar la teoría de la evolución más allá del campo de la biología, en donde Darwin, preferentemente, había permanecido, fue la tarea que se impuso HERBERT SPENCER (1820- 1903). Su célebre obra Sistema de filosofía sintética defiende ya la idea de evolución. Esta no es tan sólo una ley de la vida sino del universo entero. Incluso la sociedad no puede substraerse a ella. En el universo —dice Herbert Spencer— se produce en general y en detalle, una distribución incesantemente renovada de la materia y del movimiento. Esta distribución, constantemente renovada, constituye la evolución, allí donde predominan la integración de la materia y la disipación del movimiento; y la disolución, allí donde predominan la absorción del movimiento y la desintegración de la materia. La evolución es simple cuando el procedimiento de integración, o dicho de otro modo, la formación de un agregado coherente se opera, sin complicación, por otros procedimientos. La evolución es compuesta cuando, al lado de este cambio primario de un estado incoherente (disperso) en un estado coherente (integrado), se producen cambios secundarios debidos a diferencias en las circunstancias de las distintas partes del agregado. Estos cambios secundarios constituyen la transformación de lo que es homogéneo en lo que es heterogéneo, transformación que, como la primera, se ve en el Universo, considerado como un todo, y en todos (o casi en todos) sus detalles; en la masa de las estrellas y de las nebulosas; en el sistema planetario; en la tierra como masa inorgánica; en cada organismo vegetal o animal (ley de Von Baer), en el agregado de los organismos a través de los tiempos geológicos; en el espíritu; en la sociedad y en todas las producciones de la actividad social". Esta última afirmación da oportunidad a Spencer para fundar su ética evolucionista. El objeto de investigación de esta disciplina filosófica lo encuentra en un aspecto de la realidad social: el de los fenómenos morales. Allí hay que buscar, puntualmente, los principios que puedan servirle de base. Por lo demás, tales principios no pueden ser sino las formas específicas a través de las cuales se manifiesta la ley general de la evolución en el territorio propio de la moralidad. Ahora bien, en virtud de que esta ley general de la evolución rige toda suerte de hechos, los principios de la ética evolucionista están en armonía con la realidad entera. Los datos de la moral, dice Spencer, son "generalizaciones suministradas por la Biología, la Psicología y la Sociología, que constituyen la base de una verdadera teoría de la vida equilibrada; en otros términos, los elementos de ese equilibrio entre la constitución y las condiciones de la existencia que es, a la vez, el ideal moral y el límite hacia el cual nos encaminamos". Spencer también defiende la doctrina del agnosticismo, conforme a la cual se postula la existencia del absoluto, pero se niega la posibilidad de conocerlo.

lunes, 27 de mayo de 2013

DERECHO PUBLICO - Servicio Consular

REGIMEN DE LAS "CAPITULACIONES" La condición de los cónsules en algunos países hors-Chrétienté es distinta de la que disfrutan los funcionarios de la misma clase en las naciones de civilización occidental. Trátase de países sujetos al régimen de las "Capitulaciones", esto es, de acuerdos celebrados con príncipes musulmanes o budistas que han concedido prerrogativas especiales a los funcionarios consulares y a los ciudadanos de la otra parte contratante, sin reciprocidad. Tales prerrogativas se han fundado en diferencias de costumbres, religión y de civilización. Las primeras Capitulaciones datan del año 1535, celebradas por Francia con el sultán Solimán el Magnífico. En cumplimiento de este tratado, Francia ejerce el protectorado religioso en el Cercano Oriente y también en los Santos Lugares. Hasta hace poco tiempo la colectividad francesa en Turquía era gobernada por tres poderes: los diputados, la Asamblea general y los cónsules, y gozaban estos funcionarios de todos los privilegios de los agentes diplomáticos, más el derecho de administrar justicia en materia civil, comercial y penal. El ejemplo de Francia ha sido imitado por Gran Bretaña, Países Bajos, Austria, Rusia, Suecia, Prusia, España, Estados Unidos de Norteamérica y Bélgica. Durante mucho tiempo Turquía intentó librarse del régimen de las Capitulaciones sancionando leyes protectoras de los extranjeros; también solicitó la abolición de ese régimen en varios Congresos europeos, pero sus Capitulaciones sólo fueron abolidas por el Tratado de Lausanne de 1923. También hubo Capitulaciones en China hasta el año 1937. Es un régimen que va desapareciendo a medida que el país sujeto al mismo es anexado o puesto bajo el protectorado o mandato de una potencia civilizada. Un cónsul con Capitulaciones es un verdadero agente diplomático y ejerce además funciones judiciales no sólo sobre sus propios con-nacionales, sino también en las cuestiones entre éstos y los indígenas.

FILOSOFIA - La filosofía en el siglo XIX

EL DESCUBRIMIENTO DE LA VIDA HUMANA SOEREN KIERKEGAARD. — Soeren Kierkegaard es el filósofo danés más significado del siglo XIX. Nace en Copenhague en 1813, permanece en Alemania de 1841 a 42: después retorna y vive en su patria hasta 1855, año en que muere. Kierkegaard está dotado de una probada y extraordinaria sensibilidad religiosa y filosófica. Lo mueve un gran objetivo; captar el ser del hombre partiendo de supuestos cristianos, pero mantiene una violenta y apasionada lucha contra toda organización eclesiástica. El pensamiento filosófico de Kierkegaard no se ofrece en forma sistemática. Se capta el raudal de sus reflexiones, sutiles y atrevidas a veces, en un estilo lleno de sorprendentes imágenes poéticas, en que a menudo se oye la nostalgia, la amargura y la resignación. "Yo soy un jano bifronte, escribía en 1836: con un rostro río y con el otro lloro. En la secreta profundidad del sentimiento, yacen tan cercanas las cuerdas de la tristeza y de la alegría, que la última resuena fácilmente cuando vibra la primera". La producción literaria de Kierkegaard se extiende doce años y se divide en dos períodos. En el primero, de 1843 a 1846, su obra versa principalmente sobre tipos y formas de concepciones de la vida. El segundo período se caracteriza por una irreconciliable oposición a lo que él llamaba la organización debilitadora de las iglesias oficiales cristianas. Las obras de Kierkegaard que merecen mención particular son: Del concepto de la ironía, principalmente en Sócrates (1841); 0 lo uno o lo Otro (1843); Amor y Temblor (1843); La Repetición (1843); El Concepto de la Angustia (1844); Tratado de la Desesperación (1844); Estadios en el Camino de la Vida (1845); Migaias Filosóficas (1845); Posescritos no Científicos (1846). El concepto de la existencia. — En un principio, Kierkegaard fue hegeliano; pero muy pronto se evade de esta influencia. En tal distanciamiento han contribuido su peculiar naturaleza y las enseñanzas de dos de sus viejos contemporáneos en Dinamarca: Federico Cristián Sibbern y Paul Moller. Ambos han sido los primeros en combatir a Hegel y en considerar la filosofía como "cosa de internas vivencias". "Me acuerdo, dice Sibbern, que Soeren Kierkegaard, en su época hegeliana, me encontró un día en la plaza del Mercado Viejo y me preguntó cómo se comportaba, en la realidad, la filosofía en relación con la vida. La pregunta me desconcertó, porque toda mi filosofía parte de la investigación de la vida y de la realidad; pero, después hube de conceder que esta cuestión tenía que imponerse por sí misma a un hegeliano, porque el hegeliano no estudia la filosofía existencialmente". Ya en franca actitud polémica contra la filosofía hegeliana, explica Kierkegaard el concepto de existencia a través de las ideas de cambio y devenir, y de tiempo y repetición. Existir significa cambio y temporalidad, pero estar en el tiempo es estar frente a nuevas y perennes posibilidades. "La vida tiene que ser comprendida retrospectivamente. En cambio, hay que vivir hacia adelante. Una ley que cuanto más se medita, más confirma que la vida nunca puede comprenderse del todo en la temporalidad, porque no se puede conseguir un momento de completa serenidad para adoptar la posición del contemplador que mira hacia atrás". Todo resultado debe ser asegurado nuevamente, de nuevo debatido, para volver a conquistarlo en la evolución continua y el trabajo incesante. Aquí se revela la importancia que tiene el concepto de repetición, íntimamente ligado a la existencia como ser en el tiempo. De ahí que la verdad no sea para Kierkegaard algo objetivo, sino una proyección subjetiva. "La verdad no está en el contenido, sino en el modo subjetivo con que el hombre la acoge y reacciona ante ella. Quien es verdaderamente sí mismo vive en un mundo auténtico; quien se disipa, vive en un mundo deformado y falso. Hay un influjo continuo y recíproco, circular, entre nuestro modo de existir y nuestra concepción del ser. El pensamiento no es una facultad separada, independiente de la existencia, sino una función. Y así también la verdad es una función de la existencia; no es objetividad, sino subjetividad; siempre relativa al hombre concreto y, por tanto, nunca fija, jamás definitiva o absoluta, sino siempre finita, individual, mudable, como la existencia de que depende". La dialéctica cualitativa. La paradoja. El salto. — Hegel comparte el principio romántico de la conciliación universal de todas las oposiciones de la realidad. El Universo entero está regido por un ritmo dialéctico' conforme al cual todas las cosas representan aspectos o momentos de la evolución cósmica. Tesis, antítesis y síntesis son las fases de esta ley fundamental de la existencia. En el fondo, arguye Kierkegaard, no existen para Hegel diferencias cualitativas entre los seres, toda vez que los contrarios se vienen a identificar necesariamente en una superior y comprensiva síntesis. La dialéctica hegeliana es, por ende, una dialéctica cuantitativa, que a la postre, reduce toda realidad a pensamiento. De esta suerte, construye una realidad ficticia, falsa, fantástica, donde todos los contrastes son separados, todas las oposiciones pacificadas, donde todo se desenvuelve según el ritmo regular de la dialéctica, la cual lo comprende todo, todo lo explica y no conoce ni errores, ni misterios, ni pecados. Pero la verdadera realidad no es así: no es un sistema cerrado, donde todo está en perfecta armonía; la verdadera realidad es un punto despedazado, lleno de contrastes y misterios, y donde continuamente chocamos con el acaso, la paradoja, lo irracional, es decir, con enigmas que no se dejan superar por el pensamiento. Kierkegaard, por ello, postula una dialéctica cualitativa. Con ella describe la realidad en permanente cambio, pero advierte las diferencias irreductibles de unos seres a otros, la peculiaridad intransferible de todo individuo. No existe unidad y continuidad en la existencia. Su palabra mágica es "o lo uno o lo otro". Kierkegaard declaró la guerra a la continuidad y a la gradación en el tránsito; ambos son, a su juicio, categorías de la superficialidad y de la poltronería. La vida y la realidad conducen siempre, afirma Kierkegaard, al cruce de caminos; avanzan por constantes y repetidos saltos. Siempre interviene algo decisivo por virtud de una sacudida, de una brusca oscilación, que ni se puede prever, ni está determinada por lo que antecede.

domingo, 26 de mayo de 2013

DERECHO PUBLICO - Servicio Consular

PROTECCION DIPLOMATICA Y CONSULAR Comparten los cónsules la protección que los agentes diplomáticos deben a sus connacionales en el Estado en que ejercen sus funciones. Es una tarea muy delicada, porque los extranjeros no pueden pretender mejor trato que los nacionales del país. Sin embargo, la historia diplomática registra numerosas reclamaciones destinadas a asegurar a los nacionales de las grandes potencias una situación de privilegio. La doctrina uniforme de los países latinoamericanos es que el amparo diplomático sólo es legítimo en caso de "denegación de justicia": los extranjeros deben agotar los recursos administrativos o judiciales establecidos en las leyes locales, sin recurrir a la protección de sus Embajadas o Legaciones. Bien es verdad que la expresión "denegación de justicia" espera todavía una definición uniforme, pero la duda debe interpretarse siempre a favor de la soberanía del Estado en que se promueve el amparo. La protección consular se limita a exigir para sus conciudadanos el tratamiento a que tengan derecho según los tratados vigentes, o por efecto de la llamada "cláusula de la nación más favorecida", es decir, todo favor o privilegio que se otorgue a ciudadanos de cualquier país no contratante. Pueden exigir también que se concedan a sus connacionales los derechos que tienen en virtud de la legislación local. Cada país determina si sus funcionarios consulares ejercerán o no funciones de registro civil, sea para anotar en sus libros los nacimientos, matrimonios y defunciones de sus connacionales, sea para celebrar entre éstos matrimonios válidos en el país del cónsul. Aunque tales actos sean válidos en la nación de su procedencia, pueden considerarse como nulos en el país en que el cónsul ejerce sus funciones. Es el caso de los matrimonios celebrados en los consulados extranjeros acreditados en la República Argentina. Lo mismo sucede con los actos notariales autorizados por cónsules que deban producir efectos en el Estado de la residencia del cónsul extranjero, sobre todo cuando se trata de bienes raíces. Es también importante la intervención del cónsul cuando buques de la marina mercante de su país llegan a puertos de su jurisdicción. El funcionario consular guía a los capitanes durante su permanencia en el puerto, sirve de amigable componedor en las cuestiones de disciplina a bordo, solicita la entrega de desertores, certifica el estado de navegabilidad de los buques, interviene en caso de avería, naufragio o salvamento, procede a la visación de los conocimientos y manifiestos, legaliza los certificados de origen, expide facturas consulares, certifica el estado sanitario del puerto. También interviene en caso de visita de buques de guerra de su país, acompañando a la oficialidad en sus visitas protocolares a la autoridad local. Otra función consular es la expedición de pasaportes a sus conciudadanos y la visación de pasaportes y demás documentos de las personas que se dirigen al país del cónsul. Le corresponde asimismo legalizar las firmas de documentos que las necesitan. También efectúa enrolamientos, recibe pruebas testimoniales, asegura los bienes de sus connacionales que hayan fallecido en su distrito sin dejar herederos conocidos, y otros actos administrativos.

FILOSOFIA - La filosofía en el siglo XIX

EL DESCUBRIMIENTO DE LA VIDA HUMANA NIETZSCHE. - Como a Kierkegaard, a Nietzsche preocupó un pensamiento: el tema del hombre. Federico Nietzsche (1844-1900) nació en Roeken; estudió filología en las Universidades de Bonn y Leipzig, fue profesor en Basilea desde 1870 hasta 1878. En 1881 comenzó a padecer perturbaciones mentales que no lo abandonaron hasta su muerte. Tuvo frecuente y sucesivo trato, durante su vida, con Jahn, Rhode, Wagner, Bachofen, Burckhardt... En el desarrollo de las concepciones filosóficas de Nietzsche hay que distinguir tres etapas: en la primera, el período romántico, influyen en él Schopenhauer y Wagner, y redacta obras de crítica histórico-filosófica (Origen de la Tragedia, 1872; La Filosofía en la Epoca trágica de los Griegos, 1872; Consideraciones intempestivas, 1876). Harto de la civilización de su tiempo, experimenta cierto dejo de nostalgia por una vida de elevación y exaltación estéticas. En la segunda etapa, su período positivo, se aleja del ideal romántico y considera al investigador como principal factor y conductor de la cultura humana. Escribe entonces: Humano, Demasiado Humano (1870); Aurora (1881); La Gaya Ciencia (1882); Pensamientos sobre Prejuicios morales (1881). En el último y más importante período de su producción, el llamado período zaratústrico, una admirable conciliación de pensamientos románticos y científicos, anuncia al fin un nuevo ideal de existencia humana, el superhombre, cuyo advenimiento sólo es posible por una tras- mutación de todos los valores generalmente aceptados. Comprende las obras: Así hablaba Zaratustra (1883); Más allá del bien y del mal (1889); Genealogía de la Moral (1887); El Ocaso de los ídolos (1889); El Anticristo (1888); La Voluntad de Poder (1888)... La vida y la voluntad de poder. —Nietzsche coloca en el centro de su posición la vida y la voluntad de poder. A él se debe, de seguro, el más vigoroso impulso que ha cobrado la filosofía de la vida. Con su libro profético Así hablaba Zaratustra (un libro para todos y para nadie) produjo un entusiasmo casi fanático por estas cosas. Allí se trata a la vida como una criatura humana, como a una mujer amada. No se puede hablar más seductora o íntimamente con la vida, aunque a menudo se interrumpa el diálogo por el chasquido del látigo. Después de Nietzsche la vida llegó a tener un nuevo y singular encanto. La voluntad de vivir es voluntad de poder, y en su incremento reside el sentido de nuestra cultura entera; aun más, de nuestra existencia en general. "Así obtiene su tabla de valores: ¿qué es lo bueno? Todo cuanto eleva en el hombre el sentimiento de poderío, la voluntad de poderío, el poderío mismo. ¿Qué es lo malo? Todo cuanto nace de la debilidad... Los débiles y los fracasados deben sucumbir: primer principio de nuestra filantropía; y, además, se les debe ayudar a perecer. Hay algo más nocivo que todo vicio; es la compasión a los fracasados y débiles. Todos los instintos que afirman y fomentan la vida, la voluntad de poderío, son para él buenos, sanos; todos los que tienden a menospreciar la vida son malos, enfermizos y revelan 'decadencia'. Nietzsche cree poder distinguir dos estimativas morales, esencialmente distintas, según que procedan de una clase dominante o de los dominados, los esclavos, los sometidos de todo género. Así resultan los dos tipos fundamentales: la moral de los señores y la moral de los esclavos" (Messer). El cristianismo y el superhombre. —Desde tal punto de vista, el cristianismo es declarado como uno de estos últimos tipos de moral, pues ofrece un aspecto ascético, cierta negación del mundo y de la vida. También el utilitarismo y eudemonismo son combatidos; sus aspiraciones al bienestar, al placer y a la felicidad son despreciadas como plebeyas. En cambio, elabora un tipo ideal representativo de la moral de los señores: el superhombre. Este último término tuvo su origen en la idea darwiniana de la evolución de las especies. Así como todos los seres se han superado en el transcurso de los siglos, el hombre tiene que hacer lo propio, debe transformarse en un superhombre. Pero, en el fondo, lo que se exige es la creación de una nueva cultura, de un nuevo hombre con nuevas tablas de valores, es decir, una transmutación de todos los valores; transmutación que ha de fincarse en una afirmación de la vida a pesar de todos sus dolores. Pues la creencia en ultramundos es un signo de debilidad. Quien obra en la vida con la esperanza de una recompensa en otro mundo, es un limosnero de felicidad, un hipócrita eudemonista; vive una moral de la propina. Quien lava sus faltas con la bondad y misericordia de un ser supremo, toma a Dios como escudo de sus pecados, es doblemente débil y fracasado. De este modo se rechaza toda idea de una moral teológica. "Permaneced fieles a la tierra —exclama Zaratustra, el anunciador del superhombre— hermanos míos, y no creáis en aquellos que os hablan de esperanzas ultramundanas. Son espíritusenvenenados, sépanlo o no"; son individuos que a causa de su impotencia para llevar a cabo las grandes obras plenas de poderío, temiendo la propia responsabilidad, las desvaloran, las declaran indignas invirtiendo así todos los valores; son, en suma, espíritus resentidos. El filisteísmo de la cultura y la idea de peligrosidad e independencia de la vida. — No cabe duda que Nietzsche ha ejercido una influencia considerable en una nueva forma de ateísmo. Y es que de Nietzsche, asimismo, se han extraído otros dos ingredientes de la idea de vida humana: la peligrosidad y la independencia y autonomía de la existencia auténtica. La vida es decisión, resolución, aventura. El hombre superior vive en constante peligro, censura y rechaza los productos de la cultura decadente; no ama lo prójimo, sino lo lejano, aquello que significa elevación y profundización de la vida. Por ello Nietzsche desprecia, con ingenio y sarcasmo, a los filisteos de la cultura, que se exhiben en el trato social con la máscara de creadores y protectores de los más altos valores y no son sino empedernidos eudemonistas de una cultura burguesa y satisfecha, que no se atreven a vivir en peligro. Frente a la concepción utilista y rutinaria de la vida, afirma Nietzsche el ideal caballeresco, el ideal del hombre perspicaz y pujante que entiende la existencia a manera de una lucha por la autonomía, autorresponsabilidad y elevación de lo humano.

sábado, 25 de mayo de 2013

DERECHO PUBLICO - Servicio Consular

NOMBRAMIENTO DE CONSULES La importancia de la institución consular ha hecho sentir la necesidad de recurrir a la selección de los funcionarios destinados a este servicio. Las actuales legislaciones tratan de unificar la representación diplomática y la consular en lo referente a ingreso, ascensos y traslados de una carrera a la otra. Se tiende a transformar esta ocupación en verdadera profesión; desiderátum que fue expresado también por el Congreso Americano de Expansión Económica y Enseñanza Comercial, reunido en Montevideo en 1919. Los cónsules dependen generalmente de los Ministerios de Relaciones Exteriores, pero en algunos países reciben instrucciones también del Ministerio de Comercio. Conviene que en lo principal actúen bajo la dependencia de la Cancillería por diversos motivos: porque se hallan bajo la protección del Derecho de Gentes; porque la distinción tradicional entre asuntos políticos y comerciales, que establecía una separación entre los funcionarios diplomáticos y consulares, va desapareciendo; porque en atención a que los cónsules se desempeñan bajo la fiscalización de los agentes diplomáticos y éstos, a su turno, dependen del Ministerio de Relaciones Exteriores, es necesario que ambos servicios sean controlados por la Cancillería a fin de evitar órdenes encontradas. En FRANCIA los cónsules deben informar directamente al Ministerio de Comercio sobre la situación económica del distrito de su residencia. En ESTADOS UNIDOS, reciben instrucciones no sólo del Departamento de Estado, sino también del Ministerio de Comercio. En la ARGENTINA, la contabilidad consular es controlada por el Ministerio de Hacienda, sin perjuicio de la vigilancia ejercida por la Cancillería. Un Estado puede reservarse la facultad de no admitir cónsules extranjeros en algunas regiones de su territorio. Alemania no los admitía en Kiel; Rusia, en Tachkend y Polonia. Estas restricciones respondían a razones políticas o militares. Pero una negativa general y permanente de admitir cónsules extranjeros colocaría al Estado fuera de la comunidad internacional. Por lo demás, no se necesita celebrar un tratado para establecer relaciones consulares. Las condiciones de ingreso a la carrera consular varían de un país a otro, pero en todas partes se observa la tendencia de crear la carrera consular, sobre todo en las naciones en que existe la unificación de las funciones diplomáticas y consulares. Para la designación de cónsules no se requiere la consulta de "persona grata". Hecho el nombramiento, se entrega al cónsul la "patente", que es un diploma o documento en que consta su nombre, categoría, destino y radio de acción, al mismo tiempo que se ruega al gobierno extranjero que lo reconozca y le preste el auxilio que pidiese o necesitase en el desempeño de su misión. Las patentes de algunos países contienen la autorización de nombrar agentes comerciales extendiendo las patentes directamente. Munido de su patente, el nuevo cónsul se considera como nombrado por su propio gobierno, pero no puede entrar a ejercer sus funciones en el país extranjero sin que éste le otorgue el "exequátur" o "cúmplase", aunque puede desempeñarse a título provisional si obtiene para ello un permiso especial de la autoridad local. Aun antes de obtener el "exequátur", puede el funcionario consular introducir libres de derechos aduaneros sus efectos personales y demás útiles destinados al primer establecimiento, si existe reciprocidad. Necesita el "exequátur" todo jefe de oficina consular, cualquiera que sea su categoría; los cónsules y vicecónsules que carecen de oficina, no necesitan llenar esta formalidad. El hecho de que un cónsul sea encargado de negocios no le exime del "exequátur". La concesión se gestiona por la vía diplomática; a falta de Embajada o Legación, el cónsul de mayor jerarquía lo solicita para sí y para sus subalternos; si no hay cónsul general, puede solicitar "exequátur" el propio interesado. El pedido se dirige al gobierno central, a quien corresponde otorgar el "exequátur", no a los gobiernos provinciales o estatales, si bien en algunos Estados federales se obliga al cónsul a registrar el "cúmplase" en la administración local. Durante la ocupación militar, se debe requerir el permiso del gobierno ocupante. El "exequátur" puede ser denegado por el Estado extranjero, sin la obligación de explicar los motivos de esta de- cisión. Se puede cancelar el "exequátur" cuando hay motivos poderosos para ello: por exceso de lenguaje, falta de respeto al gobierno local, participación en la política interna y, en general, cada vez que un cónsul observa una conducta hostil o ilegal que haga poco grata su permanencia en el país. La ruptura de las relaciones diplomáticas no siempre rompe las relaciones consulares, salvo declaración expresa en este sentido. El cambio de gobierno o de la forma de gobierno no requiere la renovación del "exequátur". Cuando se afirma que los cónsules son "agentes comerciales", ello no significa que sean comerciantes oficiales. Sus funciones son comerciales en el sentido de que no son políticas. Dentro de su respectivo distrito, el funcionario consular ejerce funciones múltiples: es jefe de oficina, defensor, consejero, árbitro, escribano, oficial de estado civil con relación a sus nacionales. También le toca proteger en general a sus connacionales. Le corresponde velar por la observancia de los tratados de comercio y comunicar a su gobierno, por intermedio de la Embajada o Legación, o directamente a falta de ésta, cualquier infracción que notase de aquéllos. Debe cuidar asimismo que los productos de su país sean tratados en las Aduanas de su distrito con arreglo a los pactos en vigor, e informar sobre cualquier nuevo convenio que celebren otros Estados con el de su residencia, así como toda modificación al régimen aduanero actual. Los cónsules de países de inmigración son agentes naturales de información en el extranjero y, como tales, tienen el deber de hacer conocer a su país en todos los órdenes de sus actividades; colaborar con los diplomáticos en la rectificación de toda información errónea o maliciosa que aparezca en la prensa local y publicar, ellos mismos, frecuentes noticias sobre los principales acontecimientos de su país de origen, haciendo conocer las oportunidades que brinda a la colocación de capitales y brazos, evitando, empero, las polémicas y cuidando de no herir las susceptibilidades de aquellas autoridades locales que están interesadas en no fomentar la emigración de sus habitantes.

FILOSOFIA - La filosofía en el siglo XIX

EL DESCUBRIMIENTO DE LA VIDA HUMANA En la segunda mitad del siglo XIX aparece en Europa una diferente orientación filosófica, que rompe lanzas ora contra el positivismo y evolucionismo, ora contra la doctrina hegeliana. Constituye los orígenes de la filosofía de la existencia o de la vida humana. La filosofía de la existencia se opone a la filosofía tradicional. Esta última se presenta con las pretensiones de ser ciencia objetiva de la verdad, a saber, de conocimientos universales y necesarios. Lo específicamente individual, lo peculiar y característico de cada hombre, lo contingente y subjetivo, no puede ni debe ser objeto de reflexión en esta ciencia fundamental de lo necesario y universalmente válido. La filosofía ha buscado, en efecto, las leyes generales de la realidad que están por encima del tiempo, de las vicisitudes históricas de los hombres. Dios mismo ha de someterse a ellas, en cuanto sujeto de pensamiento. Paradigma de este pensar universalista es la filosofía de Hegel, quien, como es sabido, postula la idea de que todo lo real es racional; ello es, de que toda realidad se explica y comprende por leyes racionales, lógicas (Panlogismo). En contra de esta concepción filosófica, algunos pensadores han reaccionado a lo largo de la historia; han hecho ver que la filosofía debe volver su inquisitiva mirada al hombre concreto, pues éste tiene sus peculiares e intransferibles problemas, determinados por su específica naturaleza y su ineludible situación histórica y social; han subrayado, en otros términos, que la existencia humana, nuestra individual existencia, ha de ser el punto de partida y el término de todo filosofar. Tres grandes pensadores, en la segunda mitad del siglo XIX, han acentuado cada cual a su manera, la idea de la existencia o vida humana, como objeto medular de la filosofía: SOEREN KIERKEGAARD, FEDERICO NIETZSCHE y GUILLERMO DILTHEY. Frente a la filosofía imperante en esa época, han logrado estos pensadores atraer, poco a poco, la mirada a lo peculiar y distintivo del hombre en su vida concreta. Con cierta hipérbole, se les ha llamado, por este motivo, los descubridores de la idea de la vida humana.

viernes, 24 de mayo de 2013

DERECHO PUBLICO - Servicio Consular

CLASIFICACION DE LOS FUNCIONARIOS CONSULARES La costumbre internacional ha consagrado varias clasificaciones de los funcionarios consulares: unas de carácter jerárquico, y otras de mayor alcance. Hay cónsules generales, cónsules, cónsules auxiliares, vicecónsules, agentes consulares. Los vicecónsules pueden ser jefes de oficina o funcionarios llamados a reemplazar a los titulares en caso de ausencia o impedimento. Desde el punto de vista de los emolumentos, hay cónsules rentados y cónsules honorarios. En los últimos tiempos se ha acentuado la clasificación de los funcionarios consulares en missi y electi. Los primeros se llaman también de "carrera" o de "profesión". Los segundos se dicen de "elección", "comerciantes", "holla rarios" o ad honorem. Hay la tendencia de conceder mayores prerrogativas a los missi que a los electi, sin que ello constituya, empero, una regla universal. Son cónsules missi aquellos que no desempeñan otro cargo que el consular, y les está prohibido dedicarse al comercio; son funcionarios propiamente dichos y no dependen del país en que ejercen sus funciones por ningún lazo político, económico o fiscal. Los electi son al propio tiempo comerciantes y, casi siempre, súbditos del Estado en que tienen su residencia. Son, por decirlo así, funcionarios honoríficos que ejercen el cargo como ocupación accesoria. Lo que caracteriza al cónsul missus es que tiene la nacionalidad del Estado que lo acredita y no se dedica al comercio.

jueves, 23 de mayo de 2013

FILOSOFIA - La filosofía en el siglo XIX

EL DESCUBRIMIENTO DE LA VIDA HUMANA GUILLERMO DILTHEY. - Guillermo Dilthey es hasta ahora, el pensador más importante del movimiento historicista. Nació en 1833 y murió en 1911. Profesó la cátedra universitaria en Basilea, Kiel, Breslau y Berlín. En la universidad de esta última ciudad sustituyó nada menos que a Lotze, desde 1882. Dilthey es el historiador de la filosofía más significado en toda la segunda mitad del siglo XIX y principios del XX, y está a la altura de los más notables historiadores de su época: Mommsen, Burckhardt. Logró penetrar en la interioridad de hombres y épocas pretéritas como ningún otro historiador. Al propio tiempo fue un renovador, en toda la fuerza del término, de la gnoseología de las ciencias del espíritu y el creador de una nueva psicología: la psicología estructural o de la comprensión, a la cual originariamente dio el nombre de psicología descriptiva y analítica. La producción filosófica de Dilthey fue fragmentaria y dispersa. Buena parte de sus escritos fueron bosquejos o apuntes que sólo después de su muerte han sido dados a la estampa. Entre los libros más importantes que compuso, y que han sido vertidos al español, figuran: Introducción a las Ciencias del Espíritu (tal vez el más importante de todos), Hombre y Mundo en los siglos XVI y XVII, De Leibniz a Goethe, Vida y Poesía, Hegel y del Idealismo, Psicología y Teoría del conocimiento, El Mundo Histórico, Teoría de la Concepción del Mundo. La conciencia histórica. — La filosofía de Dilthey es un tipo de filosofía temporalista, un tipo de filosofía que coloca al tiempo y, a decir verdad, al tiempo histórico, en el centro de la explicación ontológica de la realidad. "Lo que el hombre es, dice Dilthey, lo llega a ser por la historia". Pero no todos los hombres viven en la historia, no todos se dan cuenta o se han dado siempre cuenta de tan singular hecho humano. Hoy por hoy, el hombre cultivado concibe la vida y el mundo históricamente. Posee la conciencia de vivir en un tiempo determinado, que, como tal, pasará irremisiblemente: por sí mismo o guiado por otro hombre puede remontarse a épocas lejanas y contemplar desde ahí las peculiaridades históricas de dichas épocas. El hombre contemporáneo sabe a punto cierto, además, que pertenece a una generación, a una circunstancia histórica; que su pensamiento y su acción no son insuperables y definitivos, sino limitados y fragmentarios; pensamiento y acción que habrán de ser corregidos o superados en un tiempo futuro. El hombre no siempre ha tenido conciencia de esta su historicidad, aunque ha vivido siempre en la historia. Es a la Romántica y, particularmente, a Dilthey a quienes se debe tamaño descubrimiento. Cada época impone al hombre un conjunto de ideas, creencias, gustos, etc. Al recibir el hombre actual esa herencia cultural, no sin modificarla, se eleva al nivel de su tiempo y desde tal altura se concibe a sí mismo como ser histórico. "Nunca como ahora ha vivido el hombre su vida como la efectiva realidad de los días contados. Y eso es la historia... En nuestro tiempo esto adquiere caracteres de una radicalidad desconocida... porque nuestro tiempo descubre que el que cambia es el hombre mismo. No sólo el hombre está en la historia, no sólo tiene historia, sino que es historia; la historicidad afecta al mismo ser del hombre". La crítica de la razón histórica. — Las ciencias que estudian la existencia humana son las Ciencias del Espíritu; las que investigan el mundo exterior, las Ciencias de la Naturaleza. Unas y otras se diferencian por modo radical. No podemos captar el mundo directamente: es preciso recurrir a los instrumentos de nuestra conciencia. Sólo a través de ellos puede el hombre hacerse una imagen de la realidad externa. De esta suerte la naturaleza se nos da mediatizada, como realidad fenoménica, como "una realidad encubierta con los procesos de la conciencia". Los hechos que integran nuestra intimidad espiritual, en cambio, no son apariencias (encubierta realidad), manifestaciones externas de una secreta y más honda existencia, sino hechos dados en su plenitud y radical autenticidad. Para conocerlos, no hay que proponerse descubrir algo tras ellos: sólo es suficiente describirlos con objetividad en su viva y dinámica estructura. La realidad espiritual, en efecto, es un complejo unitario, no un agregado sumativo: una estructura que se ha ido integrando orgánicamente por sedimentos históricos: una síntesis viva de hechos pretéritos y de proyecciones de futuro; en suma, temporalidad histórica. La fundamental diferencia entre el objeto de estudio de las Ciencias de la Naturaleza y el de las Ciencias del Espíritu trae consigo una fundamental diferencia respecto al proceso cognoscitivo que han de emplear unas y otras. Las Ciencias del Espíritu tienen que ocuparse del hombre en su totalidad. Kant indagó las funciones intelectuales de la conciencia humana que hacen posible, que explican, las condiciones objetivas, de las Ciencias Naturales, y llamó a su investigación Crítica de la Razón Pura. Dilthey se propone descubrir los principios que hacen posible, que vienen a fundamentar las Ciencias del Espíritu, y proyecta una Crítica de la Razón histórica, ello es, una Gnoseología del mundo histórico: ¿Cómo es posible la historia como ciencia? La vida humana. — La nueva teoría del conocimiento se sirve de la Psicología estructural, que es una psicología que se diferencia de la Psicología tradicional en su intención y su método. Al paso que ésta trata, a manera de una ciencia natural, de explicar los hechos de conciencia echando mano de la categoría de causalidad y, por ende, tratando de combinar elementos para construir artificiales imágenes de la vida anímica, la Psicología de la estructura concibe la realidad espiritual como un complejo unitario de hechos solidarios que evolucionan estructuralmente. Estructura, evolución e historicidad son las categorías con las que opera la gnoseología de las Ciencias del Espíritu, y es que la realidad humana es un complejo de relaciones histórico-vitales. Para el hombre, cada cosa es algo que sólo en atención a su dinámico desarrollo tiene sentido y explicación. "El amigo es para él una fuerza que eleva su propia existencia; cada miembro de la familia tiene un puesto determinado en su vida, y todo lo que lo rodea es entendido por él como vida y espíritu que se ha objetivado allí. El banco delante de la puerta, la casa y el jardín tienen en esta objetivación su esencia y su sentido. Así crea la vida desde cada individuo su propio mundo". En otros términos: la vida humana no puede entenderse por la categoría de la causalidad, pues no es un agregado de causas y efectos, sino por la idea de finalidad, porque es una estructura cuya sustancia es el tiempo histórico. La hermenéutica. — Dilihey llama comprensión a esta captura teleológica o finalista de la vida, para distinguirla de la explicación causal en que se obstina la vieja psicología. El método de las Ciencias del Espíritu es la comprensión histórica, pero como el comprender la vida ajena, actual o pretérita, requiere por necesidad una interpretación, llama Dilthey a su método hermenéutica. Comprender es revivir (volver a vivir) las vivencias de un espíritu o alma individuales y concretos, partiendo unitariamente de los propósitos y objetivos que motivaron su conducta. Pero entender un hecho espiritual no por las causas sino por los motivos, por los propósitos y los objetivos que lo determinaron, es reconstruir un acontecimiento peculiar y único; significa hacer la historia del hecho, si entendemos por historia el revivir y explicar el pasado tomando en cuenta el sentido, valor e importancia de los acontecimientos. Es un método de comprensión histórica, asimismo, porque para entender el hecho en su integridad es preciso relacionar las partes con el todo; enlazar cada uno de los aspectos del acontecer con la conducta total del sujeto. Poner en relación las partes o aspectos de la conciencia humana con la conducta total de la persona es comprender estructuralmente. La filosofía de la filosofía. — En relación con la vida histórica de la filosofía, la hermenéutica pone al descubierto la antinomia entre la aspiración a lo universal, propia de toda construcción metafísica, y la conciencia histórica que exhibe la relatividad de todo sistema. La solución que ofrece Dilthey a este problema es la "filosofía de la filosofía", cuyo propósito no es fundar una nueva metafísica, sino el de descubrir la ley conforme a la cual nacen y mueren los diferentes sistemas filosóficos, al propio tiempo que describir los tipos de las principales concepciones del mundo. La filosofía de la filosofía, además, hace ver la intrínseca necesidad del hombre de
poseer una cosmovisión, una idea unitaria del Universo. La verdadera filosofía, la filosofía de la filosofía, no tiene otro papel que interpretar la estructura de las filosofías históricamente dadas, que, a su vez, no han sido otra cosa que teorías de las concepciones del mundo y de la vida. La filosofía de la filosofía es, así, una filosofía de la vida. Dilthey cree descubrir tres tipos de concepciones filosóficas del mundo que, dentro de los peculiares caracteres de cada época, se repiten a lo largo de la historia; el materialismo, el idealismo objetivo y el idealismo de la libertad. Para el primer tipo, positivismo (Demócrito, Hobbes, Comte), el mundo aparece como un conjunto de hechos causalmente determinados. Los conceptos de valor y finalidad no tienen sitio en esta concepción del mundo. El segundo tipo de filosofía, el idealismo objetivo (Heráclito, Leibniz, Hegel...), postula la idea de valor y de sentido en la interpretación de "mundo de vida". Panteísmo y panenteísmo son formas de esta filosofía. El idealismo de la libertad (Platón, Kant, Fichte) se funda en la experiencia humana del libre albedrío y establece la soberanía y trascendencia del hombre. En su concepción del mundo aparecen las ideas de personalidad divina y de creación. Por esta vía creyó Dilthey convertir la filosofía, de mera concepción del mundo, en teoría de la concepción del mundo. La filosofía deja de ser un sistema más; comprende todos los sistemas históricamente dados.

DERECHO PUBLICO - Servicio Consular

ARANCELES Y OTRAS ATRIBUCIONES Todas las legislaciones fijan el arancel de derechos que deben pagar los particulares que recurren al cónsul para el otorgamiento de actos de estado civil, notariales, actos de la navegación y comercio, actos de jurisdicción voluntaria, actos administrativos, traducciones, legalizaciones, visaciones, etc. Hay países en que la condición jurídica de los cónsules extranjeros no se halla reglamentada. Es el caso de la República Argentina, donde el estatuto consular se rige por resoluciones sueltas, prácticas administrativas y jurisprudencia de los tribunales. En general, cada vez que una ley reglamenta las atribuciones de los propios cónsules, se entiende que acuerda análogo tratamiento a los cónsules extranjeros, pues nadie puede reclamar para sí prerrogativas que rehúsa a los demás. Cuando una ley desconoce a los cónsules extranjeros el derecho de formular reclamaciones diplomáticas, debe entenderse que la prohibición rige igualmente para los funcionarios propios residentes en países extranjeros. Del mismo modo, cuando una ley declara que los cónsules propios están sometidos en el exterior la jurisdicción civil y criminal de los tribunales de su residencia, se aplica por analogía a los cónsules extranjeros acreditados en el país. El hecho de que los cónsules sean representantes legítimos de sus connacionales, a quienes deben auxilio y protección, no implica que deban asumir la defensa en juicio de sus personas o intereses, pues es un principio que nadie puede representar en juicio a otro sin un poder o mandato en forma, con excepción de los padres, esposos y demás representantes legales. Pero un cónsul puede denunciar los delitos de que sean víctimas sus conciudadanos, o prevenir a las autoridades si alguno de ellos se halla expuesto a un peligro inminente. Una vez hecha la denuncia, no es lícito al cónsul apresurar el procedimiento, a no ser en caso de manifiesto retardo de justicia. En algunos países se permite a los cónsules intervenir en las sucesiones ab intestato de sus connacionales; pero se discute si poseen esa atribución de pleno derecho o si hace falta un tratado. En los países de civilización occidental, ningún cónsul posee imperio judicial, ni sobre sus propios conciudadanos, de modo que no puede solicitar el auxilio de la fuerza pública local para obligarlos a concurrir al Consulado. Careciendo de imperio judicial, no pueden hacer de jueces en asuntos contenciosos de sus conciudadanos, pero pueden tomarles declaración testimonial por encargo de los tribunales de su país, siempre que concurran voluntariamente. Un cónsul puede servir de árbitro o de amigable componedor y las partes pueden solicitar la ejecución del laudo arbitral, porque su fuerza obligatoria emana, no del carácter del árbitro, sino del compromiso libremente celebrado ante el cónsul. Se considera que, si bien un cónsul puede intervenir en cuestiones de disciplina, su competencia no alcanza a los salarios reclamados por la tripulación. Un cónsul tiene la facultad de instruir sumarios por delitos, perturbaciones del orden, faltas de disciplina y otros hechos criminosos que ocurran a bordo de buques mercantes de su bandera anclados en el puerto de su residencia; pero si los delitos o faltas son tan graves que hacen peligrar la seguridad del buque o la vida de los tripulantes o pasajeros, debe el cónsul permitir que las autoridades locales tomen conocimiento de la causa y procesen a los inculpados. Si el delito ha sido cometido en alta mar, puede el cónsul recibir las declaraciones y mandar retener a bordo a los inculpados, a fin de remitirlos con destino a su país de origen para que sean sometidos a los jueces competentes. En ningún caso es lícito a un cónsul extranjero formar un tribunal para juzgar delitos perpetrados en puertos y aguas del país en que ejerce sus funciones. En materia de legalización de documentos, las prácticas no son uniformes. Unos creen que el cónsul debe legalizar la firma sin verificar el contenido del documento. Otros opinan que no la debe legalizar cuando el documento contiene un acto que es nulo según la ley del Estado de quien depende el funcionario consular, porque ninguna autoridad debe intervenir esta clase de actos. Prevalece este último criterio. En algunos puertos o ciudades los funcionarios consulares forman el "Cuerpo Consular Extranjero" del mismo modo que existe un "Cuerpo Diplomático Extranjero" en la sede del gobierno central. Tanto uno como otro sólo intervienen en cuestiones del ceremonial que afecte a todo el Cuerpo, sin el derecho de formular reclamaciones colectivas.

FILOSOFIA - La filosofía en el siglo XIX

EL DESCUBRIMIENTO DE LA VIDA HUMANA FEUERBACH. - Ludwig Feuerbach (1804-1872) ha contribuido también a despertar y sostener la atención en torno del tema del hombre. (Obras principales: La Esencia del Cristianismo, 1841; La Filosofía del Futuro, 1843; Esencia de la Religión, 1851.) En un principio hegeliano (fue uno de los corifeos del ala izquierda de esta corriente), luchó más tarde en contra de muchas y fundamentales ideas de la filosofía de Hegel. Expresa su propia evolución con estas palabras: "Dios fue mi primer pensamiento; la razón, mi segundo; el hombre, mi tercero y último". La filosofía es para Feuerbach fundamentalmente una teoría del ser del hombre, una antropología. Rechaza la metafísica como doctrina de una realidad situada más allá de la experiencia. "Confórmate con el mundo dado", dice en uno de sus ingeniosos aforismos. Feuerbach llegó a ser ampliamente conocido por sus ideas en filosofía de la religión. Reduce la teología a la antropología. El hombre crea a sus dioses a su imagen y semejanza, y, a decir verdad, tomando en cuenta sus necesidades e indigencias, sus angustias y esperanzas. Toda representación de Dios es, por ende, antropomórfica. L a s representaciones que el hombre hace de la divinidad y que van cambiando con las culturas y los tiempos, son, en sustancia, manifestaciones de la peculiar naturaleza, de la íntima y secreta autenticidad de éste. Por este motivo, las religiones no deben ser censuradas, sino comprendidas. Una reflexión crítica sobre las religiones lleva ciertamente al ateísmo, que en ningún caso ha de conculcar e intentar abolir la religión. El ateísmo es una concepción de la vida en que el hombre cobra conciencia de sus limitaciones, pero, al propio tiempo, de su poder. STIRNER. - Feuerbach postuló una antropología filosófica revolucionaria, pero no se reveló, como Kierkegaard, en contra de toda filosofía especulativa de ideas generales. Max Stirner (1806-1856), "el filósofo más repudiado por la ética", y formado también en la dirección hegeliana de izquierda, impugna este carácter universalista de la filosofía, bien que sobre otras bases. Lo real por excelencia es el individuo, el yo. "El Unico", como le llama Stirner en su obra extraordinariamente difundida El Unico y su Propiedad (1845). El Unico es el individuo real no sometido a ninguna categoría. "El Unico, no quiere buscar fuera de sí mismo, como otro Arquímedes, un punto de apoyo fijo y eterno donde cobrar impulso; y tampoco quiere ser el acróbata que baila sobre la cuerda de la objetividad. El Unico no es el hombre, ni es humano; no es un concepto ni una esencia: es un individuo de carne y hueso. Soy yo. Resultarán vanas todas las tentativas que se hagan para identificarme con 'la verdadera esencia de la especie'. Yo soy el sin nombre, sin leyes, sin modelos. Yo soy hombre, sí; pero soy más que hombre: soy el sujeto de una individualidad 'que sólo a mí me pertenece'. Y no soy tampoco el Yo absoluto de Fichte: soy mi yo transitorio, que conoce el dolor y conocerá la muerte" (V. Fatone).

miércoles, 22 de mayo de 2013

DERECHO PUBLICO - Moderna República

En el transcurso de los siglos se han conocido diversas formas de gobierno: monarquía electiva, monarquía hereditaria, dictadura, república aristocrática, república democrática, gobierno oligárquico, gobierno demagógico, plutocracia, dictadura del proletariado. En una monarquía, el poder supremo se halla depositado en la persona del príncipe; en una república aristocrática, en una fracción del pueblo; en una república democrática, directamente en el pueblo o en los representantes legítimamente elegidos por él. Los abusos de la aristocracia degeneran en oligarquía; los desmanes de la democracia conducen a la demagogia, sin contar el predominio de los ricos y el despotismo de los trabajadores. Montesquieu, señalando el rasgo prominente de cada forma de gobierno, dice que la monarquía se guía por el honor; la dictadura, por el miedo; la aristocracia, por la moderación; mas la democracia, por la virtud. En la antigua Grecia, Atenas tuvo gobiernos democráticos, en tanto que Esparta los tuvo aristocráticos. Roma, en su larga historia, practicó todas las formas de gobierno. En la Edad Media, funcionaron gobiernos señoriales. En la Edad Moderna, hubo gobiernos de tendencias absolutistas que buscaron su fundamento en el derecho divino. En la época contemporánea predominaron las monarquías constitucionales y actualmente las repúblicas democráticas. Como ejemplos de república moderna se puede mencionar la de los Estados Unidos de Norteamérica y demás repúblicas del continente; y en Europa, la de Suiza, la de Francia antes de la guerra de 1939 y la de España antes del advenimiento de la revolución.

FILOSOFIA - La filosofía en el siglo XX

UNAMUNO No suele consignarse entre los filósofos de la existencia a los españoles Unamuno y Ortega. Aunque algunos historiadores y críticos que se ocupan de ellos, exhiben aquí y allá reiterados motivos y argumentos existencialistas en sus obras, no se atreven a filiarlos dentro de esta dirección filosófica. Empero, salvando la originalidad de estos dos pensadores sobresalientes no sólo en España, cabe, por no pocas y fundamentales razones, ver en ambos a dos exponentes de la filosofía de la existencia. Los dos por igual, poco importa que no se sirvan de la nomenclatura del existencialismo alemán, francés, ruso o italiano, hacen objeto de la filosofía a la existencia humana en su realidad y en su insustituible concreción, y aunque con diversa intención y semejantes resultados, formulan una filosofía cuyos protagonistas son la vida, la temporalidad, la muerte, el peligro, la esperanza. En buena proporción, el existencialismo italiano puede ser considerado como la filosofía de la historia de la filosofía existencial (filosofía de la crisis, de la catástrofe, decadentismo, manierismo). Con Ortega posee España en la filosofía contemporánea uno de los más grandes pensadores de la filosofía de la historia. MIGUEL DE UNAMUNO (1864-1936), un asiduo lector de Kierkegaard, es después de éste, el existencialista de más antigua ascendencia en Europa. (Obras principales: Vida de Don Quijote y Sancho; Ensayos, 7 vols.; Contra esto y aquello; Del sentimiento trágico de la vida en los hombres y en los pueblos). Unamuno rompe lanzas en contra de toda filosofía encaminada a descubrir la esencia universal de las cosas. Intelectualismo y naturalismo son direcciones igualmente falsas, como quiera que no hacen objeto preferente de reflexión al hombre concreto, individual, responsable y artífice del mundo. Es una filosofía inauténtica, falaz e inútil la que levanta altares en honor de la naturaleza y de lo absoluto. La verdadera filosofía es una necesidad humana, que cada hombre siente de comprenderse a sí mismo y de darse cuenta de sus exigencias concretas dentro del mundo en que vive. La doctrina de Unamuno pretende humanizar la filosofía, descubrir al hombre como hombre, cada vez como más hombre. El hombre en quien ve Unamuno el objeto y sujeto de la filosofía, no es, empero, la sustancia pensante de Descartes, o la abstracta Idea de la humanidad del Idealismo neokantiano, sino el hombre concreto, individual: el hombre de carne y hueso. Tal hombre es, ante todo, una interna contradicción, algo así como una dramática paradoja. En él se dan la razón y la vida, dos fuerzas en franca e irreconciliable pugna. La primera trata de ahogar o destruir las peculiares manifestaciones de la existencia humana, ya que busca, por su inabdicable estructura, una explicación lógica y universal de todos los hechos. La vida, en cambio, es diferencia y desigualdad, fluir continuo, individualidad. La vida auténtica es, además, fe y esperanza en la inmortalidad y en Dios. La razón arguye que todo ello es un sueño insensato, pero la vida grita, impulsada por la fantasía creadora, que el ideal que se cree en verdad, que el sueño que se anhela como realidad, es realidad. El duelo entablado entre la razón y la vida no tiene término, porque los rivales forman esa unidad que es el hombre inquieto, contradictorio, el hombre siempre dividido en la unidad de los dos elementos que lo integran, y siempre unido en la irreductible dualidad de los dos enemigos. Aquí arraiga el sentimiento trágico de la vida. "Sentimiento de duda y de certidumbre al mismo tiempo, de certidumbre racional de que todo termina con la muerte y de que el mecanismo del universo, ese perfectísimo reloj que es el mundo, no tiene ningún fin; certidumbre de fe, certidumbre voluntarista de que el hombre es inmortal y de que el mundo tiene una finalidad y que va más allá de las cosas cansadas por el tiempo". La fe coexiste con la duda. "La verdadera fe se mantiene de la duda; de dudas que son su pábulo, se nutre y se conquista instante a instante, lo mismo que la verdadera vida se mantiene de la muerte y se renueva segundo a segundo, siendo una creación continua. Una muerte sin vida alguna en ella, sin deshacimiento en su hacimiento incesante, no sería más que perpetua muerte, reposo de piedra. Los que no mueren no viven; no viven los que no mueren a cada instante y los que no dudan no creen. La fe se mantiene resolviendo dudas y volviendo a resolver las que de la resolución hubieren surgido". En nuestro tiempo los hombres están dominados por la tecnocracia, engendro del naturalismo y del intelectualismo. Nuestra época es una época sin grandes y nobles intereses, sin grandes y fecundas conmociones. A esta época del intelectualismo estéril, de los objetivos utilitarios y burgueses, muestra Unamuno la figura de Don Quijote, rescatado de las manos de los bachilleres, de los curas y de los duques. Don Quijote redivivo ha de restañar la herida de la época. "No la inteligencia, dice Unamuno, sino la voluntad es la que nos hace el mundo, y al viejo aforismo escolástico de nihil volitum quin praecognitum, nada se quiere sin haberlo antes conocido, hay que corregirlo con un nihil cognitum quin praevolitum, nada se conoce sin haberlo antes querido". La tarea es ardua, requiere una sostenida lucha. "No me prediques la paz, que le tengo miedo. La paz es la sumisión y la mentira. Ya conoces mi divisa: primero la verdad que la paz. Antes quiero la verdad en guerra que no mentira en paz... Busco la religión de la guerra, la fe en la guerra". En torno de la imagen de Don Quijote, se plantea la cuestión, "la única cuestión": la inmortalidad; problema que lo lleva a ocuparse, echando mano de un método autobiográfico e histórico, de los temas existencialistas de la muerte y la vida.

martes, 21 de mayo de 2013

DERECHO PUBLICO - Moderna República

CARACTERES DE LA REPUBLICA MODERNA Una república moderna no puede concebirse sin la separación coordinada de los Poderes Legislativo, Ejecutivo y Judicial. Es una división indispensable, si se desea evitar la supremacía de un Poder sobre los demás. También es imprescindible la libertad del sufragio, sin la cual el pueblo no está en condiciones de expresar su voluntad. Los partidos políticos tienen el derecho de emplear toda clase de medios persuasivos para captarse la simpatía de los electores, pero les está prohibido emplear la coacción o el fraude. El gobierno no puede vetar a los candidatos de la oposición. La pureza del sufragio es la base fundamental de la forma representativa. Otro rasgo característico de la moderna república es la no perpetuación de ninguna persona o familia en el poder, contrariamente a lo que acontece en las monarquías y en ciertas oligarquías. El carácter temporario de la función pública se opone a la reelección indefinida de los magistrados y funcionarios, pero no está reñido con la estabilidad de éstos mientras dure su buena conducta, o hasta que pasen a la situación de retiro o de jubilación. La forma republicana exige la responsabilidad de todos los funcionarios, sin perjuicio de la irresponsabilidad que en el régimen parlamentario de gobierno disfrutan, por ejemplo, el rey de Gran Bretaña o el presidente de Francia; en esos regímenes la responsabilidad por los actos de gobierno recae sobre el ministerio. Y, por último, es inherente a la república la publicidad de los actos oficiales, salvo de aquellos que por su naturaleza requieran excepcionalmente ser mantenidos en reserva.

FILOSOFIA - La filosofía en el siglo XX

LA FILOSOFIA PRAGMATICA La concepción metafísica de la filosofía se reveló improcedente en Norteamérica. Ya hacia fines del siglo XIX se hacen intentos enderezados a trazar nuevas rutas en la filosofía. De parecida manera que en Europa, el punto de reunión fue la Filosofía de Kant. Muy pronto se desarrolla en el pensamiento norteamericano un estilo de filosofar próximo a aquel aspecto de la doctrina kantiana que subraya el postulado de la acción, el primado de la voluntad. Haciendo caso omiso de la significación constitutiva de las categorías (esto es, de los principios teoréticos y ontológicamente determinativos de la realidad), se trata de explicar el mundo y la vida en función de la significación regulativa y práctica que puedan tener para la experiencia dichas categorías. Semejante doctrina es el pragmatismo, y su fundador, CHARLES SANDERS PEIRCE (1839-1914). Peirce parte conscientemente de Kant. Lo que este filósofo afirmaba de las ideas de la razón como principios regulativos, lo extiende ahora Peirce a todas las categorías del pensamiento, a toda actividad del pensar humano. Hay que explicar o esclarecer los conceptos en términos teleológicos y pragmáticos. Esencia y fin del pensamiento son las reglas de la acción, o, como suele decir Peirce, las convicciones. Un mismo pensamiento puede revestir distintas formas verbales, pero si éstas son incapaces de sugerir diferentes actos, no pasan de ser un lujo exterior. El desarrollo del significado de una idea determina la conducta que ella es capaz de sugerir. Para dar a nuestras ideas una claridad apetecible, deben ser estudiados todos los efectos prácticos que podemos hallar en un objeto. Una formulación aun más precisa del pragmatismo da WILLIAM JAMES (18421910). Para este pensador, el conocimiento humano y la ciencia se explican por los servicios que éstos prestan a la conservación de la vida. La verdad del conocimiento no es, como quiere la filosofía tradicional, una relación objetiva de lo real con lo ideal, sino aquello que fomenta la vida, lo prácticamente eficaz en la existencia, en cuanto guía y conserva la acción (pragma). "¿Cuál es en suma", pregunta James, " el valor efectivo (cashvalue) de la verdad en términos de experiencia?" En su obra de carácter pedagógico Charlas a los maestros concibe la educación como un proceso vivo que permite al hombre reaccionar adecuadamente ante las más diversas circunstancias. "Nuestra educación significa poco más que una masa de posibilidades de reacción, adquiridas en el hogar, en la escuela, en el trato social". En JOHN DEWEY (1859-....) la filosofía pragmática toma el nombre de instrumentalismo. El pensamiento, dice este eminente filósofo y pedagogo, es un instrumento de readaptación; es un órgano de ciertos modos de comportamiento, no de conocimiento del mundo". El pensamiento es un instrumento de readaptación; es un órgano lo mismo que los miembros y que los dientes. Las ideas son contactos imaginados, experimentos de ajuste, pero no de ajuste pasivo ni de simple adaptación spenceriana. El pensamiento es un instrumento de control en la vida, una herramienta de que se sirve el hombre en la lucha por la existencia. Todo conocimiento tiene valor y sentido cuando es un medio adecuado para actuar frente a un estímulo. Una idea es verdadera en la proporción en que es un instrumento efectivo para explicar la experiencia y realizar objetivos humanos. Las proporciones y leyes del conocimiento, del propio modo que las conquistas particulares de las ciencias, son medios o instrumentos para transformar nuestra representación del mundo, haciéndola progresar de una etapa relativamente indeterminada a una relativamente más determinada. Pero la esencia del instrumentalismo pragmático es concebir tanto el conocimiento como la práctica, a manera de medios para la acción.

lunes, 20 de mayo de 2013

DERECHO PUBLICO - Relaciones Exteriores

La política exterior es la manera de conducir las relaciones internacionales según la orientación que le imprime cada Estado. Su misión es elevada e idealmente debería tener como norma la conciliación de los intereses opuestos de los Estados y la cooperación en el logro de las aspiraciones comunes. En la práctica, la política exterior unas veces es cordial y solidaria, otras veces es agresiva o egoísta. Puede ser aislada o conjunta, si se realiza por separado o por la acción concertada de las naciones. El órgano que tiene a su cargo las relaciones internacionales depende de la legislación interior de cada país. En las monarquías absolutas, el único órgano es el monarca. En las monarquías constitucionales y en las repúblicas suele darse ingerencia al Parlamento o al Congreso, para los actos internacionales de mayor trascendencia. En Suiza, se consulta al pueblo por medio de un "referendum". En todas partes la dirección de las relaciones internacionales corresponde primordialmente el Jefe del Estado, auxiliado por un Secretario o Ministro del ramo, quien a su vez actúa con la asistencia del cuerpo diplomático nacional acreditado ante los gobiernos extranjeros. A veces los negocios internacionales se tramitan directamente entre Jefes de Estado o entre sus Ministros de Relaciones Exteriores. Por lo común cada Ministerio negocia con la embajada o legación extranjera acreditada en el país. También se tratan asuntos internacionales en Conferencias que al efecto se convocan. La política internacional no debe apartarse de los principios fundamentales del Derecho Internacional, ni de los dictados de la Moral tal como la entienden los pueblos civilizados. Es verdad que las circunstancias varían al infinito Y que no en todos los casos es fácil dar con el principio o la norma indiscutiblemente aplicable; pero la conciencia propia y la opinión pública distinguen, por una especie de intuición natural, cuándo un acto es honesto y cuándo no lo es. La buena fe es una condición esencial en la convivencia, tanto entre personas como entre naciones. La gran afinidad que hay entre la política internacional y el Derecho Internacional hace que el vulgo fácilmente confunda ambas disciplinas y atribuya más valor a los hechos que a los principios que deben regirlos.

FILOSOFIA - La filosofía en el siglo XX

ORTEGA Y GASSET Unamuno contrapone razón y vida: su filosofía desemboca en una paradoja. JOSE ORTEGA Y GASSET, el más grande de los filósofos españoles contemporáneos, supera este dilema: su doctrina es la filosofía de la razón vital. La producción escrita de Ortega es muy nutrida. Obras importantes: Meditaciones del Quijote; El Espectador (ocho vols.); El tema de nuestro tiempo; La rebelión de las masas; Guillermo Dilthey y la idea de la vida; En torno a Galileo; Ensimismamiento y alteración; Ideas y creencias; Historia como sistema. Ortega intenta encontrar una posición más acá del realismo y del idealismo. No hay cosas, dice Ortega, independientemente de un yo; pero el idealismo se equivoca en cuanto declara que este yo puede existir con independencia de aquellas cosas. El yo no se encuentra nunca solo, sino siempre con las cosas, haciendo algo con ellas; es inseparable de las cosas. No hay cosas sin yo y viceversa. La realidad primaria, la existencia radical (ello es, en la que arraigan cosas y yo) es esta situación de interdependencia de las cosas y el yo. Yo soy yo y mi circunstancia. No se trata de dos elementos, yo y cosas; la radical realidad es un acto, un quehacer del yo con las cosas, en suma, vida. Vivir es un preocuparse u ocuparse del hombre con las cosas; es tratar con el mundo. No hay prioridad de las cosas, como cree el realismo, ni prioridad del yo como supone el idealismo. La existencia por antonomasia es la vida humana. De esta guisa coincide en lo fundamental con el concepto de "ser en el mundo" (in der welt sein) de Heidegger. La existencia humana, dice este pensador, se revela en primer término como un ser cuya esencia es existir en el mundo. La vinculación entre yo y mundo es una vinculación necesaria, tiene un carácter constitucional. La vida humana se caracteriza, en segundo lugar, en que es una actividad ubicada en una situación determinada, vale decir, en que es un hacer que opera siempre desde una perspectiva. La realidad no puede ser observada o vivida sino desde el punto de vista que cada cual ocupa, necesariamente, en el universo. "Donde está mi pupila, dice Ortega, no está otra; lo que de la realidad ve mi pupila no la ve otra. Somos insustituibles, somos necesarios. La perspectiva es uno de los componentes de la realidad. Lejos de ser su deformación, es su organización. Una realidad que vista desde cualquier punto resultase siempre idéntica es un concepto absurdo". "Esta manera de pensar lleva a una reforma radical de la filosofía y, lo que importa más, de nuestra sensación cósmica". Cada vida es un punto de vista sobre el universo. Así Ortega incorpora a su doctrina el importante concepto de situación vital, formulado de manera tan sutil por Carlos Jaspers. El mundo no es un hacinamiento de cosas: es un horizonte que el hombre tiene ante sí gracias a su perspectiva o situación cósmica. Mas tener una perspectiva es comprender el mundo de algún modo, dar razón de él, de una razón, a decir verdad, que difiere del concepto clásico que se tiene de ésta. Conforme a este concepto, se entiende por razón la facultad humana que conoce la esencia eterna de las cosas, sub specie aeternitatis; pero este conocimiento es ilusorio y parcial. La razón de la perspectiva es una razón dinámica, una razón que transcurre en el tiempo, una razón vital. Ortega no está contra la razón, se opone al racionalismo que trata de explicar y justificar cuanto existe acudiendo a una supuesta razón pura. "La razón no puede, no tiene que aspirar a sustituir la vida. Esta misma oposición, tan usada hoy por los que no quieren trabajar, entre la razón y la vida, es ya sospechosa. ¡Como si la razón no fuera una función vital y espontánea del mismo linaje que el ver o el palpar!" Hay que poner la razón en su lugar. La humanidad de hoy ha equivocado su ruta al entronizar a la razón pura. El tema de nuestro tiempo reside en convertir la razón pura en razón vital. "La razón es sólo una forma y función de la vida". Pero vivir es convivir, no estar solo, sino al revés "no poder estar solo consigo, sino hallarse cercado, inseguro y prisionero de otra cosa misteriosa, heterogénea, la circunstancia, el universo". La vida es, por tanto, problema, inseguridad, naufragio. Frente a este hecho, el hombre necesita orientarse, necesita saber dónde, cómo y para qué vive. En esta su actividad orientadora arraiga la filosofía. "La filosofía es el quehacer del hombre que se encuentra perdido, para lograr una certidumbre radical que le permita saber a qué atenerse en la vida". Para Heidegger la existencia humana se diferencia de las demás existencias en que es capaz de descubrir la estructura de los seres con quienes convive, en que, en otras palabras, hace ontología. "Todos los seres tienen una estructura óntica; sólo el hombre posee una estructura ontológica". La vida humana no está hecha, es un permanente hacerse. El hombre tiene conciencia previamente de lo que va a hacer. En esta tarea se encuentra ante sí con un conjunto de posibilidades, entre las cuales tiene que elegir, necesariamente. El hombre forja sin cesar un programa de vida. Yo soy un programa, dice Ortega, o proyecto, o esquema que pretendo realizar y que he imaginado en vista de las circunstancias. Mas como todo proyecto se construye para el futuro, puede decirse que el hombre está hecho de futuro. "La vida es faena poética, porque el hombre tiene que inventar lo que va a ser". Pero la circunstancia en que se halla inmerso el hombre depende del pasado. El hombre es, así, un producto histórico. El hombre es lo que le ha ocurrido y lo que le ocurre en atención a su proyecto temporal de vida. Eso quiere decir que el hombre no es naturaleza, sino historia. "Lo que la naturaleza es a las cosas, es la historia, como res gestae, al hombre". Como el hombre decide lo que ha de hacer, necesita justificarse. La vida, en otros términos, es responsabilidad. Puede el hombre realizar su propia e intransferible esencia, o falsearla. "Cuando la vida se hace desde el propio yo, cuando el hombre es fiel a esa voz que lo llama a ser una cosa determinada y que por eso recibe el nombre de vocación, es vida auténtica; cuando el hombre se abandona a lo tópico y recibido, cuando es infiel a su íntima y original vocación, falsea su vida y la convierte en inauténtica". La filosofía de Ortega es optimista. La historia tiene dos "tempos": es vida ascendente o vida descendente, y se va articulando a través de generaciones. Nuestra época es una época de vida ascendente, en la cual se suceden las actitudes deportivas y batalladoras, dominada por el riesgo y la temeridad, el espíritu aristocrático y caballeresco. El hombre ascendente juega con las fuerzas peligrosas de la vida. El primer artículo de su estatuto es el riesgo. La muerte no es más que un accidente de su carrera deportiva. En contra de todo existencialismo pesimista sobrepone la vida a la muerte. Ve en la vida algo más fundamental que la muerte. La muerte "está en" la vida, es algo que le acontece a la vida.