lunes, 18 de marzo de 2013

FILOSOFIA - Kant y el idealismo alemán

LA CRITICA DE LA RAZON PURA En su inmortal libro La crítica de la razón pura se ocupa Kant del problema de la ciencia: plantea y resuelve el tema del conocimiento. Kant sostuvo en el período precrítico de su filosofía, el racionalismo de Wolff conforme al cual se deduce la existencia y la relación causal de las cosas mediante operaciones lógico-formales: pero pronto fue despertado de este "sueño metafísico" por Hume, quien había mostrado que tampoco la observación empírica de las cosas puede suministrar las leyes supremas del conocimiento. De tal suerte vióse impulsado una vez más a la doctrina de la armonía preestablecida de Leibniz, que, igualmente, hubo de abandonar al descubrir en ella una hipótesis metafísica indemostrable. La Crítica de la razón pura es la respuesta histórica de Kant al problema de las relaciones del conocimiento con su objeto. Parte de los conocimientos en la matemática, física y metafísica, para averiguar en qué se funda su validez universal y necesaria. Por ello distribuye sus esenciales cuestiones del siguiente modo: I. Teoría elemental y trascendental ¿En qué se fundan los conocimientos de la metafísica? Estética ¿En qué se fundan los conocimientos de la física? Analítica. ¿Por qué no es posible como ciencia la metafísica dogmática, hasta ahora existente? Dialéctica. II. Metodología trascendental ¿Cómo es posible una metafísica crítica (inmanente)? A). Las ciencias se componen de juicios. Estos son enunciaciones sobre algo. (S es P). Los juicios son analíticos y sintéticos. Es juicio analítico aquel cuyo predicado (las notas significativas que lo componen) se encuentra contenido en el concepto del sujeto; esto es, el juicio en donde el predicado no hace sino descomponer o analizar el conjunto de las notas que integran el sujeto. Al expresar: "la elipse es una curva cerrada", se ha formulado, de acuerdo con esta opinión, un juicio analítico, ya que la idea de curva cerrada (predicado) se encuentra contenida en el concepto de elipse y, a la verdad, como elemento inseparable de ella. La elipse es impensable sin la idea de curva cerrada. Juicio sintético, en cambio, es aquel cuyo predicado no puede considerarse a modo de una nota esencial e inseparable del sujeto; aquel, pues, donde lo que se afirma o se niega del sujeto es posible pero no necesario (ineludible). "La elipse fue una invención del matemático neoplatónico Menaichmo", no puede ser sino una proposición sintética, en virtud de que cada nota significativa del predicado no se encuentra incluida en la mera definición de elipse. El concepto de elipse no contiene ni la idea de invención, ni la de matemático, etc. Por lo tanto, hay que pensar en el juicio no como una descomposición de las notas del sujeto, sino a modo de una síntesis o reunión de dos conceptos diferentes. "O bien, dice Kant, el predicado B pertenece al sujeto A como algo que está contenido en este concepto (ocultamente), o bien B es algo que se encuentra fuera del concepto A, no obstante de que se halla, sin duda, en relación con él. En el primer caso llamo al juicio analítico, en el segundo, sintético". La filosofía tradicional ha creído que los juicios analíticos son a priori, ello es, independientes de la experiencia, y que los juicios sintéticos son a posteriori, vale decir, fundados en ella. Pero no ocurre así. Los juicios de la matemática, por ejemplo, son juicios sintéticos, y, sin embargo, no se fundan en la experiencia. El juicio: 7 + 5 = '12 es un juicio sintético a priori. El problema esencial de la Crítica de la razón pura puede formularse de esta suerte: ¿en qué se funda la validez de los juicios sintéticos a priori? Kant contesta a pregunta tal, diciendo que el espacio y el tiempo no son cualidades empíricas de las cosas, sino que, al contrario, gracias al espacio y al tiempo, que son formas a priori de la intuición, es posible la representación espacial y numérica de las cosas. El espacio no es un concepto extraído de los hechos de la experiencia externa como pensaban los empiristas ingleses, sino que, a la inversa, sólo por él es posible dicha experiencia. No se pueden pensar los objetos fuera del espacio: todo objeto externo posee espacio. El espacio es una representación necesaria a priori, una condición de la experiencia. No es, además, ningún concepto, sino intuición pura. Contiene en sí, como partes, incontables magnitudes, los espacios particulares; no bajo sí, como especies de un concepto. Tampoco el tiempo se obtiene por una abstracción de la experiencia, sino que es una intuición pura, una magnitud infinita y continua. "Aun los mayores intervalos de tiempo son sólo limitaciones de un tiempo infinito, como por otra parte el más breve momento se halla en el tiempo también. Hace posible éste como el espacio la coexistencia, la sucesión y la simultaneidad. Todo cambio en general, y en particular el cambio de lugar o movimiento reposa sobre el tiempo en relación con la representación del espacio. Así produce —en esto consiste la significación trascendental del tiempo— la Aritmética sus conceptos de número por sucesiva composición de sus unidades en el tiempo y particularmente la mecánica general sus leyes de movimiento por la representación del tiempo". El espacio y el tiempo, como intuiciones puras, hacen posible la geometría y la aritmética. Uno y otro son, pues, los fundamentos lógicos de la matemática. En virtud de que el espacio y el tiempo son leyes de la conciencia, universales y necesarias, vale decir, que sin ellas no es posible representación alguna, un conocimiento de lo que sean las cosas en sí, esto es, con independencia de la conciencia, no es posible. Lo que sea la "cosa en sí" no puede ser objeto de experiencia, son las cosas tal como aparecen (fenómenos), no como son en sí, pues éstas tan sólo pueden ser imaginadas (nóumenos). B). Gracias al espacio y al tiempo se producen en la conciencia los fenómenos. Con éstos elabora el entendimiento, gracias a otras formas o leyes a priori, los conocimientos objetivos. Estas formas a priori se llaman categorías. En la filosofía precedente las categorías son cualidades de las cosas, que el entendimiento descubre. En Kant, a la inversa, el entendimiento lleva sus categorías, produciéndose así el conocimiento de las cosas. Debido a las categorías los fenómenos adquieren el carácter de objetos. Ahora bien, entre las categorías y las formas particulares de la intuición temporal existe un procedimiento por obra del cual aquéllas se aplican a éstas: el esquematismo. (Un esquema es el proceso merced al cual se representa, de modo intuitivo y a la vez general, el contenido de un concepto básico del entendimiento). Pero esto es posible, porque en la base de todos los juicios de experiencia se hallan puntualmente, las categorías, las condiciones de la experiencia. Se trata, pues, de la marca de objetividad de que cada sujeto echa mano en cuanto se eleva a un conocimiento demostrado. Kant llama a esta objetividad supraindividual "la conciencia en general" o "apercepción trascendental". Según esto, la experiencia es el conjunto de los hechos objetivos lograda por las formas puras de la intuición (espacio y tiempo) y por las categorías del entendimiento. Otra prueba (trascendental) de que las categorías son condiciones de la experiencia, reside en la posibilidad de descubrir principios a priori de la ciencia de la naturaleza, en la posibilidad de una física pura. En efecto, Kant demuestra que, gracias al esquematismo, esto es, la objetivación temporal de los conceptos categoriales, se llega a un sistema de principios de la ciencia natural: axiomas de la intuición, anticipaciones de la percepción, analogías de la experiencia y postulados del pensar empírico. De las categorías de la cantidad y de la cualidad se origina el "axioma de la intuición": Todos los fenómenos son magnitudes intensivas; y las "anticipaciones de la representación", según las cuales el objeto de la sensación es una magnitud extensiva; en la modalidad encontramos las definiciones de lo posible, de lo real y de lo necesario, bajo el nombre de "postulados del pensar empírico". Por su parte, prueban las "analogías de la experiencia": 1º Que lo permanente en la naturaleza son substancias cuyo quantum no es susceptible de aumento ni disminución; 2º que toda variación ocurre con arreglo a la ley de causa y efecto, y 3º que todas las substancias se encuentran entre sí en relación mutua. El conjunto de todos los principios de la física pura puede llamarse la metafísica de la naturaleza. Merced a ellos es posible, en definitiva, construir la ciencia empírica de la naturaleza. Su aplicación, por otra parte, se lleva a cabo mediante el concepto de movimiento, el vehículo, por así decirlo, de todo acontecer natural. De ahí la concepción kantiana de una "teoría dinámica de la materia". Mas los principios de la física pura sólo tienen vigencia para el mundo de los fenómenos, único objeto real de conocimiento humano. La división de los objetos de conocimiento, usual desde Platón, en fainómena (los que aparecen) y nóumena (los que sólo pueden pensarse porque no existen) no tiene razón de ser: un conocimiento, por mera razón de la cosa en sí, es una quimera. Pero ¿cómo se explica que Kant no haya negado categóricamente la existencia de cosas en sí? Respuesta: Porque aunque niega que pueda existir de ellas un conocimiento positivo, como pretendiera Leibniz o Kant mismo en la Disertación inaugural, no entraña contrasentido adscribirles una realidad problemática; en otros pasajes, empero, ve en ellas conceptos límites de la investigación. Un conocimiento directo de ellas sólo sería posible por una intuición no receptiva sino creadora: Una intuición que no sólo crease las formas, sí que también el contenido: en suma, una intuición intelectual o entendimiento intuitivo (Dios). El idealismo kantiano no niega, pues, la existencia de cosas en sí, pero subraya que no es posible convertirlas en objetos de conocimiento científico. c) La tercera parte de la Crítica de la razón pura es la Dialéctica trascendental. En ella trata Kant de hacer ver la imposibilidad de la metafísica tradicional. Así como la sensibilidad opera por medio de las intuiciones puras y el entendimiento echando mano de las categorías, la razón, la tercera facultad del hombre, tiene también sus formas: las Ideas. Las Ideas tampoco se extraen de la experiencia; son los principios orientadores del saber y de la vida del hombre. Así, el investigador tiene una Idea (un ideal) del conocimiento, que lo lleva a perfeccionar el saber alcanzado. Esta Idea conduce más allá de lo que ha logrado, por ejemplo, la ciencia fisicomatemática. La aspiración que encauza la Idea excede las leyes generales de la naturaleza halladas en la Analítica trascendental y se dirige al "todo absoluto de la total experiencia posible", quiere penetrar hasta los más alejados límites para descubrir la "totalidad, es decir, la unidad colectiva de toda la experiencia posible". Pues nuestra razón aspira a una satisfacción plena que no halla en los conceptos puros del entendimiento. La Idea es un principio heurístico (inventado), un focus imaginarius, un afán hacia lo absoluto. La filosofía tradicional habla de tres conceptos metafísicos fundamentales: Alma, Mundo, Dios. En rigor, con ello se confirma la tendencia natural del hombre hacia lo perfecto. Pero dicha filosofía convierte en realidad lo que sólo son ideales. Las ideas tienen únicamente un uso regulativo. El hombre debe obrar como si el alma fuese inmortal; como si Dios existiese... Kant considera, por ello, que la filosofía tradicional, se equivoca en las pruebas directas que suministra acerca de la realidad de estas Ideas. Por lo que toca a la idea de alma, dice Kant, que es verdad que poseemos la idea del yo, la conciencia de un sujeto permanente en los cambios; pero ¿debe seguirse de ahí que el alma exista, como una sustancia simple, idéntica e inmortal? La metafísica, al hacer estas deducciones, cae en un paralogismo (falso silogismo) ya que pasa del concepto al ser y cree real lo que se nos da sólo como forma del pensamiento. Por lo que concierne a la idea cosmológica, las cuestiones planteadas respecto a la naturaleza del mundo originan cuatro antinomias, es decir, afirmaciones contradictorias que pueden admitirse por "El mundo debe tener un principio en el tiempo y ser limitado en el espacio". — "El mundo es eterno e infinito". "La materia se divide, en partes simples e indivisibles". — "Todo lo material es divisible, no existen partes simples". "Además de los agentes necesarios, hay agentes libres". — "No hay libertad en el mundo, todas las causas son necesarias". "En el mundo o fuera de él existe un ente necesario".— "No existe ni en el mundo ni fuera de él un ente necesario". Por lo que se refiere a la Idea teológica, Kant hace la crítica de las pruebas metafísicas de la existencia de Dios. El argumento ontológico traslada al orden real lo que es únicamente del orden ideal. El argumento cosmológico, que arguye la existencia de un ente necesario por la existencia del contingente (causal), no resiste al examen, si se considera el principio de causalidad como juicio sintético a priori que no puede tener otro fin que el de reunir en nuestro espíritu los datos de la experiencia sensible. Y el argumento teleológico demostraría; a lo sumo (prescindiendo del vicio común con el cosmológico), un ordenador inteligente, no un ser creador y absoluto. Sin embargo, nuestro espíritu se inclina a considerar estas ideas como reales. En verdad se trata de una ilusión de nuestra naturaleza. En conclusión, la metafísica de lo trascendente es imposible como ciencia.

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