miércoles, 6 de marzo de 2013

PEDAGOGÍA - Filosofía, cultura y educación

CONCEPTOS DISTINTOS DE LA FILOSOFIA Hay tres conceptos distintos de la filosofía: 1) La filosofía como un saber acerca de las cosas. 2) La filosofía como una dirección para el mundo y la vida. 3) La filosofía como una forma de vida y, por tanto, como algo que acontece. La reflexión filosófica descubre una nueva dimensión en todo objeto. El mundo entero de nuestra vida se coloca mediante esta reflexión en una nueva perspectiva. El carácter del conocimiento filosófico es constitutivamente problemático. Para penetrar en la filosofía lo primero es darse cuenta de que existen problemas y dónde están. Quien ante el espectáculo de la naturaleza no pregunta ni inquiere nada, no será nunca filósofo. La palabra filosofía significa amor a la sabiduría. El filósofo no es el sabio, no es el hombre que sabe --el sofista—, sino el que ama el saber; no el que posee la verdad sino el que va en busca de ella, el que la persigue y trata de conquistarla. Porque el objeto huye, es evanescente y hay que captarlo. No es sabio el filósofo sino más bien, dice Maritain, mendigo de la sabiduría. Precisamente, porque tiene conciencia de que no sabe, va el filósofo en pos de la verdad, persiguiéndola, mendigándola, para conquistarla. Ahora bien, ¿cuál es el saber que más interesa a la filosofía? Según Max Scheler, hay un saber culto. Es un saber que constituye una segunda naturaleza, que no se sabe cómo fue adquirido ni de dónde fue tomado. Es aquel que, según la expresión socrática, sabe lo que no sabe. Es el que nutre nuestro espíritu, forma su contextura sin que nos acordemos en qué momento lo hemos recibido ni a quién lo debemos. Con este saber culto creamos nuevos objetos de cultura y nos incorporamos de este modo al proceso de la historia. Luego, hay un saber de dominio, orientado hacia el conocimiento y la modificación práctica del mundo. Con él y por él el hombre adquiere las técnicas necesarias para el manejo de los instrumentos y la posesión de las riquezas del universo. Y, por último, hay un saber de salvación; es aquel por el cual el hombre se siente unido a su dios formando parte del cosmos: es el saber que enlaza lo perecedero con lo eterno. A la filosofía le es indiferente un saber de dominio: excluye toda actitud ambiciosa y práctica y se queda con su verdadero problema: ¿qué son las cosas?, ¿cuál es su significado, su origen y su causa? Toda la cultura occidental, que nace en Grecia, se hace bajo el signo del saber culto. Pero la educación, al hallar su fundamento en la filosofía, tendrá que hallar una integración de estas tres direcciones del espíritu, teniendo siempre en cuenta que el saber que interesa de veras a la filosofía es el saber de salvación. "¡No creas en el pasado! —dice Emerson—. Yo te entrego a cada momento el mundo nuevo y sin estrenar. En horas luminosas verás que nada hay aún escrito".

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