domingo, 3 de marzo de 2013

PEDAGOGÍA - Etapas fundamentales de la educación

PERIODO ESCOLAR El período escolar propiamente dicho, esto es, el momento en que la educación y la instrucción se brindan por igual al niño, varía en un lapso comprendido entre los seis y los catorce años, según las condiciones sociales del lugar y el plan de estudios que se aplica. El antiguo concepto de la enseñanza, que hacía de la escuela un pasaje para que el individuo aprendiera los rudimentos de la escritura, de la lectura y del cálculo, ha sido transformado de manera tan radical, que es inútil insistir sobre insuficiencias ya superadas; por ello nos ocuparemos del aspecto constructivo de la nueva enseñanza. La escuela primaria —denominación que viene de cuando era el primer con- tacto del niño con la enseñanza— abarca un ciclo aproximado de seis años, que varía, por supuesto, con la organización escolar de los diversos países. En este lapso, el niño cuyas facultades han sido preparadas y agudizadas por la educación recibida en el jardín de infantes, enfrenta un nuevo aspecto de su vida. Durante el curso de la preeducación fue un elemento activo, y todo estuvo puesto al servicio de sus intereses vitales: nada se le enseñó —si por enseñar se entiende instruir—, y la única preocupación del maestro fue despertar aptitudes, encauzarlas, y educar los sentidos. Cuando se inicia la preparación escolar, comúnmente a los seis años, la mente del infante está lista para recibir conocimientos, y durante cierto tiempo, en el transcurso de las clases, puede adoptar la actitud de receptor. Es el momento en que comienza a aprender. Por otra parte, se implanta un nuevo tipo de disciplina: se procura que el niño sea consciente del esfuerzo, se le hace comprender su necesidad, y comienzan a echarse así las bases de su personalidad futura. El paso del jardín de infantes a la escuela no debe ser brusco, y por ello los primeros grados conservan ciertos resabios de la antigua labor. No obstante, a medida que la edad lo permite, se debe acentuar la diferencia; ya no es una iniciación de la vida lo que se brinda al educando, sino la vida misma, lo que hace necesario un reposo y una actitud de trabajo que en muchos casos iguale las condiciones a que están sometidos los mayores. Así entendida, la educación primaria será el verdadero puente entre la primera infancia y la adolescencia, con cuyos albores termina su cometido y deja libre campo a la enseñanza superior o profesional.

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