miércoles, 20 de marzo de 2013

PRIMEROS AUXILIOS - Apósitos y vendajes

VENDAJES Se denomina vendaje el procedimiento que se emplea para cubrir un apósito o curación o para inmovilizar una región del cuerpo. El vendaje puede hacerse con muy variados elementos, pero, en general, se emplean trozos de diferentes telas denominadas vendas. Las vendas pueden ser de gasa, de lienzo o de franela. A esta gasa pueden incorporarse en determinadas circunstancias materiales que aumentan la rigidez y la consistencia de la venda, sobre todo cuando ella está destinada a obtener una inmovilización más absoluta. Estos materiales son el yeso, la goma y el almidón. Existen además otros tipos de vendas, menos usadas con fines de inmovilización y que, en cambio, cumplen otra finalidad: la compresión. Tales son las vendas elásticas de crep, de tejidos con hilos de goma o vendajes elásticos de esta misma sustancia, destinados a prevenir o a curar hinchazones de los miembros causadas por edemas o várices. El arte de vendar sólo se adquiere con la práctica; pero ésta debe estar acompañada de algunas observaciones o principios generales, que, no por elementales, deben ser descuidados. Ya hemos dicho que la venda sirve para contener el apósito o curación, o para contener al material rígido destinado a inmovilizar un segmento del cuerpo en las fracturas o luxaciones y hasta indirectamente para hacer hemostasia. Para ser útil, el vendaje debe estar bien hecho y no aflojarse fácilmente. Si se debe vendar una región articular, es necesario dar al paciente la posición en que el miembro lesionado se usará más comúnmente y en la que será más fácilmente útil a un lesionado. Esto es lo que los médicos llaman posición de función. La posición de función es en el codo la del ángulo recto; en la rodilla, la posición de extensión de ésta; en el pie, la del ángulo recto con la pierna; en la mano, la extensión total. La venda no debe comprimir excesivamente ni tampoco deberá arrollarse al pasar por la zona que ha de cubrir, pues con ello se ocasiona hinchazón y dolor por debajo de la región comprimida, dificultándose la circulación. Para evitar esto es correcto hacer, antes de colocar el vendaje, una envoltura de algodón distribuido en una capa de 1/2 a 1 centímetro de espesor, con lo que se tiene más seguridad de no dificultar la circulación de retorno, es decir, la circulación venosa y linfática. El rollo que constituye la venda tendrá un ancho o altura proporcional al segmento que se ha de vendar, de 1 y 1/2 a 3 centímetros para los dedos; de 8 a 10 para la cara o cuello y manos; de 15 a 20 para el tronco o los segmentos proximales de los miembros. Las vendas tienen, por lo general, de 5 a 7 metros de largo. Colocados curador y paciente en posición recíproca cómoda, se comienza por tomar con la mano izquierda la extremidad de la venda mientras que el rollo se mantiene con la mano derecha. La primera maniobra del vendaje es afirmar éste al cuerpo del lesionado, lo que se efectúa por medio de dos o tres vueltas circulares que se realizarán con la venda en la parte más delgada y más baja que se quiera vendar. Al rodar la venda sobre el miembro, realizado esto sin mayor tracción, se irá amoldando a la conformación externa de la región a vendar, terminándose el pase de la venda con el extremo distal en tensión. Se incinde entonces este extremo longitudinalmente, calculando que sea capaz de cubrir cada cola de la venda así formada la circunferencia del miembro, lo que permite hacer con facilidad un nudo. Si se tiene a mano esparadrapo, se fijará éste sobre la venda y no habrá necesidad de hacer nudos; bastará terminar el vendaje con dos o tres pases circulares, como se comenzó. Éste es el vendaje más simple, también llamado monosegmentario. Sin embargo, cuando se quiere cubrir todo el cuello, la pierna o el antebrazo, este vendaje monosegmentario presenta algunas dificultades. Como estos segmentos son cónicos, el desplazamiento de la venda al ascender se efectúa en forma muy sesgada produciéndose vacíos en el vendaje. Para evitar esto es necesario practicar la inversión de la venda, es decir, cambiar la cara que ésta presenta al irse enrollando. Para hacer esta inversión, que se efectuará, de ser posible, siempre a una misma altura, se toma con el vértice del pulgar el borde superior de la venda mientras la mano derecha gira 180°, convirtiendo así este borde superior de la venda en borde inferior. Al volver a realizar otro círculo con la venda en torno del miembro, se repite la maniobra, con lo que vuelven a invertirse los bordes. Siguiendo estos movimientos en forma simétrica y ordenada se producirá una espiral ideal siempre que los pases de venda no se superpongan, sino que vayan dejando un tercio de lo ya vendado al descubierto. Algunos vendajes requieren técnicas especiales; tales son los vendajes comunes de los dedos. La venda debe ser pequeña, se enrolla circularmente hasta la raíz del dedo; luego, en forma recurrente, tomando la venda en la base del mismo, se hace una vuelta o pase en dirección longitudinal para volver sobre el vértice o pulpejo por la otra cara del dedo. Hecha así una pirámide con la venda, se vuelve a enrollar circularmente, terminando el vendaje con un nudo o una tira de esparadrapo. Las regiones articulares, es decir, cuando el vendaje debe tomar dos segmentos del cuerpo, se vendan por medio de los pases llamados en ocho. Tomemos como ejemplo el vendaje del pie. Consiste en pasar la venda, después de haber cubierto el pie por medio de circulares imbricadas, a la cara anterior de la pierna, haciendo dos o más circulares en torno del tobillo, volviendo al pie tantas veces como sea necesario para cubrir y fijar la articulación. Cuando el vendaje tiene por finalidad inmovilizar esta articulación, como por ejemplo, en un esguince o torcedura, se refuerza este vendaje por medio de tiras de esparadrapo para aumentar su solidez y resistencia. Lo mismo cabría decir con respecto a los vendajes de la axila, del cuello y del hombro. Las figuras indican, mejor que cualquier descripción, cómo se hacen vendajes. El tórax constituye una región que presenta dificultades especiales, dado que difícilmente se obtiene el reposo y la inmovilización necesaria para que no se produzca el desplazamiento del vendaje. Esto es tan cierto que muchos desisten de practicar un verdadero vendaje y confían la inmovilización a anchas tiras de esparadrapo aplicadas directamente sobre la piel. Esto no debe nunca practicarse y menos en primeros auxilios. La inmovilización del tórax en tales condiciones expone a lesionar la piel ya que el esparadrapo, por ser impermeable, dificulta las normales funciones de ésta. El vendaje debe realizarse por medio de vendas de franela muy anchas, imbricadas, comenzando por la parte inferior del tórax y llegando muy alto, hasta las axilas. Debe vendarse en forma bien tirante, suprimiendo así la acción de los músculos intercostales y quedando la respiración confiada al músculo diafragma; así no hay peligro de asfixia. El vendaje será apoyado en los hombros por medio de dos tirantes hechos con la misma venda y se reforzará la inmovilización y la contención del vendaje, ahora sí, por anchas bandas circulares de esparadrapo.

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