domingo, 24 de marzo de 2013

PRIMEROS AUXILIOS - Heridas COMPRESION Y LIGADURAS DE HERIDAS ARTERIALES


En la figura se muestra dónde se debe Perocomprimir. aun arterias de grueso calibre comprometidas en una gran herida, pueden no sangrar. Su desgarro suele producirse en forma tal algunas veces que la cierra automáticamente. Sólo una noción exacta de la topografía arterial, nos indicará si presumiblemente existe una lesión de los vasos. Las arterias son tubos depresibles; si por encima de la herida las comprimimos sobre un plano duro, se aplastan y ello detiene la hemorragia. La compresión se puede hacer inmediatamente por encima de la herida, presionando la región con el pulgar y comprobando el punto en que se contiene la sangre apoyándose de plano y con fuerza, con toda la mano. Es mejor hacerla en puntos especiales, en los cuales, por estar la arteria descansando sobre el plano óseo, es fácilmente comprimible. Esto requiere un conocimiento anatómico, pero tiene la ventaja de permitir con mayor facilidad las maniobras necesarias para colocar un apósito o un garrote en el segmento del cuerpo lesionado. Existe, además, la posible contaminación de la herida por las manos del que socorre, ya que esta maniobra se habrá realizado con tanta urgencia que impedirá que éste haya podido desinfectarse. Estas presiones deben hacerse con mucha fuerza, en posición cómoda, para no fatigarse y tener que cambiar de postura, y deben actuar en forma continua. Recordaremos que la presión en las lesiones arteriales debe hacerse en la parte próxima de la herida, entre ésta y el corazón, lo contrario de lo que se hace en las heridas venosas, en las que se comprimirá por debajo. La sangre vuelve al corazón por las venas y es en tales circunstancias cuando se derrama en la herida. En las heridas del cuello y lesión de la carótida, se oprime esta arteria contra el plano óseo de la columna cervical, cerca del formaángulo que el músculo, que siempre hace relieve en la parte anterior con el extremo interno de la clavícula. (Inserción inferior del esternocleidomastoideo). Este punto corresponde en el esqueleto a la sexta vértebra cervical. Hay que apretar fuerte, cargando todo el peso del cuerpo sobre el herido. En las heridas de la mejilla, lesión de la arteria facial, se comprime por presión a nivel del ángulo maxilar inferior. Las heridas de la región de las sienes, por presión debajo del hueso cigomático, por delante del oído. Las lesiones del hombro y brazo se pueden comprimir en el fondo de la depresión supra- clavicular apretando la arteria, llamada en dicho punto subclavia, contra la primera costilla. La arteria del miembro superior es prácticamente única y puede comprimirse abarcando el brazo con la mano, presionando hasta sentir la desaparición del pulso, signo que siempre orienta para la dirección de la presión, y apretando la arteria contra el hueso del brazo (húmero). En el antebrazo, para contener hemorragias de la mano, el auxiliador tomará el pulso al accidentado como hace el médico; para ello colocará su pulgar en la ligera gotera que en la cara palmar del miembro está situada a cada lado de la línea medía; gotera formada por los tendones que cubren la cara anterior de la muñeca, y presionará tomando como elemento de inmovilización sus otros cuatro dedos apoyados en el plano posterior de la muñeca. Otro medio, si el paciente no tiene más que una herida simple sin otra lesión traumática ósea que la complique, es hacer que el herido tome con fuerza un muñeco de gasa o algodón, con lo cual quedará a su cargo la contención de su propia hemorragia. Convencido de que así no pierde sangre, el enfermo lo realiza de buena gana y esto permite pasar al segundo tiempo de la curación, que es la colocación del apósito o la ligadura que hará el médico una vez que el paciente haya llegado a sus manos. En el miembro inferior se comprime la arteria femoral en la ingle, apoyando el dedo pulgar donde late a este nivel, que es a la mitad del camino de una línea recta que une al pubis y la espina ilíaca antero-superior. Los médicos hacen en algunas operaciones compresión a nivel de la aorta abdominal, la arteria principal del tronco. Puede darse el caso de que un gran accidente obligue a esto y que el auxiliante se anime a hacerlo dando muestras de una gran serenidad ante un herido que seguramente ha de tener grandes desgarros y traumatismos. Es entonces cuando tendrá que emplear las dos manos, una sobre otra, para presionar en la línea media del vientre por encima del ombligo, hasta sentir, actuando con todo el peso de su cuerpo, que las manos apoyan sobre la columna vertebral del lesionado Si sus maniobras evitan la hemorragia y dan tiempo a colocar un garrote y trasladar al herido, podrá decir que ha salvado una vida. En el pie, si la hemorragia es de la cara anterior, se palpará y presionará a nivel del primer espacio intermetatarsiano, en el dorso del pie, pero aquí como en la pierna, la hemorragia dará tiempo a la colocación de un torniquete o lazo hemostático.

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