martes, 19 de marzo de 2013

FILOSOFIA - Kant y el idialismo alemán

EL METODO CRITICO Y TRASCENDENTAL Kant concibe y formula una nueva fundamentación de la filosofía y crea un nuevo método filosófico, a saber, el método crítico o trascendental. En un principio, Kant había estimado en mucho el valor de la metafísica tradicional, creyéndola capaz de suministrar el fundamento científico de sus convicciones morales y religiosas. Mas pronto se produjo en él una fuerte decepción: hubo de convencerse, mediante propia y progresiva crítica impulsada por su afán de verdad, de cuán poco satisfacía el sistema racionalista aquella pretensión, pero tanto más percibió asimismo los límites cognoscitivos de aquella filosofía que desarrollaba su empirismo de la mano del método psicológico. Estudiando a David Hume, en efecto, advirtió esto último en tal medida, que cambió de derrotero: dirigió su atención a los Nouveaux essais de Leibniz, que parecían ofrecerle la solución de la metafísica. Pero el sistema teorético cognoscitivo que Leibniz había construido sobre el principio de un ser virtual e innato, le pareció muy pronto inconsistente; lo que le condujo a largas reflexiones durante el tiempo que va de 1770 a 1780 y que culminaron en la Crítica de la razón pura. Haber reconocido la insuficiencia del método psicológico para el tratamiento de los problemas filosóficos y la radical diferencia que existe entre la pregunta acerca del origen (quaestio facti) del desarrollo real de la actividad racional humana, y la que concierne a su valor (quaestio juras). He ahí lo esencialmente nuevo y definitivo de Kant. Para Kant, la filosofía deja de ser una metafísica abstracta de Dios, Mundo y Alma, para convertirse en una reflexión sobre la cultura humana (ciencia, arte, moral, religión...) Ahora bien, la cultura humana es el resultado de una función originaria de la conciencia humana. La creación o contemplación de una obra de arte, la obediencia de un precepto moral, la vivencia de un hecho religioso, etc., son acontecimientos que emanan de la conciencia humana. En ella hay que descubrir los principios que hacen posible ciencia y moral, arte y religión. La filosofía no pretende crear estos productos de la cultura. Los toma como algo hecho y se limita a explicarlos; trata de determinar las formas universales de la conciencia por medio de las cuales se han producido, o, en otras palabras, los valores, que cada uno de ellos implica. Así, en el territorio del arte, la filosofía nos rendirá cuentas acerca de lo que sea el arte general y la belleza en general; en el territorio de la ciencia; lo que sea el conocimiento en general y la verdad en general, etc. El punto de partida firme de la filosofía es, por lo tanto, la formación cultural, el producto de la conciencia o, como se dice en una expresión latina: el factum de la cultura. De aquí se eleva la reflexión filosófica a la búsqueda de estas formas comunes y generales de la cultura, que se llaman: verdad, belleza, bondad, etc. La filosofía tiene, por tanto, que extraer sus verdades de los resultados de la cultura, que en el transcurso de los tiempos se han originado, pues, como declara Pablo Natorp: "parte de los hechos patentes, históricamente determinables de la ciencia, de la moralidad, del arte, de la religión. La filosofía no puede respirar en el "espacio vacío" del pensamiento puro, en el que la sola inteligencia desearía elevarse en alas de las ideas y teme, según aquella expresión gráfica de Kant, las "altas torres" del arquitecto metafísico, en torno de las cuales generalmente hace mucho viento". Busca, en cambio, el fecundo bathos (tierra honda) de la experiencia, en el sentido amplio de la palabra, esto es, aspira a arraigarse en el total trabajo creador de la cultura: en el "deletreo de los fenómenos" teoréticamente científico; en las formas prácticas de ordenaciones sociales y de una vida humana, digna dentro de ésta, también para los individuos, en la creación artística, educación estética de la vida; en las formas más íntimas de la vida religiosa. Para lograr tales objetivos, se sirve la filosofía del método crítico o trascendental. Este método se encamina, partiendo de los hechos a descubrir apiellas maneras de ser de la conciencia que determinan las distintas clases de fenómenos culturales. Indaga, por lo tanto, qué circunstancias objetivas se presentan en cualquier conciencia, en una conciencia general, cuando se realiza ahora un hecho de la moralidad, ora uno de la religión, etc., busca, en otras palabras, las leyes de la conciencia, es decir, aquellas sus relaciones constantes e invariables que nos permiten designar con el mismo nombre a un fenómeno cultural, por ejemplo, artístico, a pesar de que se haya producido en distintas épocas y en distintos individuos. Este camino metódico encierra, por lo tanto, dos exigencias: la primera es su relación intrínseca, con los hechos de la cultura históricamente determinables, no quiere sacar de la nada, ni deducir de principios metafísicos las leyes de la cultura; la segunda, buscar por su elevación a un punto de vista superior, las condiciones inherentes, las relaciones constantes, las leyes de todo hecho cultural. "Sin embargo, esta elevación metódica a un punto de vista superior, al que indica la palabra trascendental (de trascender', trascender), no está reñida con la inmanencia del auténtico punto de vista de la experiencia, sino que coincide con él; ya que no quiere ni imponer leyes desde fuera al hecho de la experiencia, ni marcarle anticipadamente su camino en el que ha de marchar, sino precisamente exponer en su pureza la ley, por lo que como el problema mismo "es posible" para confirmarlo en segura conciencia de esta propia ley, y en su independencia también para su ulterior progreso, y defenderlo de toda extraña desviación. Así se convierte el método trascendental en "crítico": crítico, contra intromisiones metafísicas (es decir, contra supuestas realidades no empíricas); crítico, contra un empirismo anómico aborrecedor de la ley (pues todo fenómeno cultural es el producto de una función universal de la conciencia)". (P. Natorp)

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