sábado, 16 de marzo de 2013

FILOSOFIA - Ka.t y el idialismo alemán

FILOSOFIA - Kant y el idealismo alemán
LA CRITICA DEL JUICIO La oposición entre necesidad y libertad, en que culminan la Crítica de la razón pura y la Crítica de la razón práctica, trae consigo una nueva reflexión encaminada a mantener la unidad de la razón. Esta es la tarea de la Crítica del juicio. Gracias a la fantasía, el hombre puede salvar esta unidad de la razón, toda vez que ella ocupa un lugar intermedio entre la representación y el querer. En efecto, en la fantasía el hombre supone una representación del objeto, pero también, como es fácil advertirlo, implica la idea de finalidad, sólo que ésta puede ser consciente o no (en el primer caso los objetos se consideran como adecuados o inadecuados, en el segundo, como agradables o desagradables). En todo caso, cabe preguntar: ¿Hay leyes, formas emotivas (sentimentales) universalmente válidas, esto es, a priori? Para responder a tal pregunta, hay que distinguir entre los sentimientos que acompañan la conciencia moral y los que carecen de tal intención ética: por lo que hace a los primeros, la crítica de la razón práctica ha dado ya la respuesta; respecto a los segundos, hay que mencionar los sentimientos de lo bello y de lo sublime. Pero el radio de la capacidad sintética (reflexiva) de juzgar, esto es, la de subordinar o subsumir un objeto bajo un fin, va más allá de la esfera del arte. Pretende incluso concebir a la naturaleza dotada de finalidad en sí misma (empleo de las Ideas de la razón práctica en los objetos de la razón teorética). De ahí que la Crítica del juicio, de la capacidad de juzgar, se divida en dos grandes secciones: una donde se estudian las relaciones de finalidad del sujeto humano con los objetos de experiencia (juicio estético) y otra donde se considera a la naturaleza como si estuviera dotada en sí misma de finalidad (juicio teleológico). En la doctrina del juicio estético comienza Kant por distinguir lo bello de lo bueno y de lo agradable. Aunque belleza y bondad son modalidades a priori de la conciencia, la primera place sin servirse de conceptos, mientras la segunda exige por deber. No hay una tecnología estética: sólo es posible una crítica del gusto. Por otro lado, no obstante que lo bello y lo agradable comparten la inconceptuabilidad, el valor estético es universal y necesario; el otro, subjetivo y fortuito. Empero, semejante carácter a priori (universalidad y necesidad) difiere de la conceptuabilidad teorética. En fin, la belleza se distingue de lo bueno y agradable en que place desinteresadamente. Pues la finalidad que preside el juicio estético se refiere a la armonía de los objetos representados por la fantasía con las leyes formales de la sensibilidad y del entendimiento. De esta suerte, se revela una vez más el valor, radical de la "conciencia en general", de este substrato suprasensible de lo humano. Al paso que lo bello se enlaza a las funciones cognoscitivas del entendimiento, la esencia de lo sublime traba contacto con la relación que guardan la parte sensible y la suprasensible de la naturaleza humana. Hay dos especies de sublime: el matemático y el dinámico; aquél es la imagen de la Idea teorética del infinito; éste la de la Idea moral de lo absoluto. La Estética de Kant culmina, pues, en una explicación de lo bello y de lo sublime en función de la naturaleza, esto es, de las leyes rectoras del entendimiento y la razón. Pero su finalidad es inmanente como ha quedado mostrado ya. Cuando la representación no se mantiene en el simple juego de la fantasía, sino que obedece intereses externos, surge el arte tendencioso. De ahí que la representación de los supremos ideales (los que indican fines absolutos) constituyan la suprema faena del arte. Pues la producción estética es cual un producto espontáneo de la naturaleza. De ahí también que éste represente la unidad buscada de libertad y necesidad, de finalidad y causalidad. La Crítica del juicio teleológico (la segunda y última parte de la Crítica del juicio) estudia fundamentalmente las relaciones entre la explicación científica (causal) de la naturaleza y la consideración finalista de ella. Aunque la doctrina científiconatural sustenta con derecho la concepción mecanicista, es innegable que existen ciertas provincias de la realidad no explicables por meras relaciones causales: Es aquí donde tiene lugar cierta consideración finalista del mundo (la teleología crítica versa sólo sobre los conceptos límites de la explicación mecánica de la naturaleza). El primero de estos conceptos es la vida, cuya esencia reside en las mutuas relaciones del todo (el organismo) con las partes (los miembros). En todo caso, la consideración finalista de la naturaleza, ha de valer como principio heurístico en la búsqueda de los nexos mecánicos. Otro concepto límite del conocimiento natural es la especificación de la naturaleza: Aquel ritmo de la ciencia natural gracias al cual las leyes especiales se van incorporando armoniosamente en el conjunto del saber, pues el contenido de éstas, no es derivable de los principios supremos del entendimiento. En esto radican los fundamentos a priori para considerar la naturaleza como un todo desde el punto de vista de la finalidad; pero como éste no puede ser otro, según el primado de la razón práctica, que la ley moral, la razón teleológica, estética, viene a superar formal y materialmente el dualismo de razón teorética y práctica. Pero ello nos lleva al postulado de un espíritu divino que crea simultáneamente contenidos y formas del universo, una razón que produce lo sensible al par que lo categorial, una intuición intelectual o entendimiento intuitivo. En este camino se encuentran las Ideas de las tres Críticas.

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