viernes, 22 de marzo de 2013

PEDAGOGÍA - Los límites de la educación

REVOLUCION: SU SIGNIFICADO A partir del siglo XIX el término revolución se va llenando con todo el significado que le da el socialismo. Desde 1789 revolución no es ya volver al punto de partida, no es la vuelta de la rueda sobre su eje, es algo más preciso y claro, es la salvación rápida que hallarán los hombres, todos los hombres, de una vez para siempre, si eliminan lo que les estorba y establecen una nueva legislación con arreglo a nuevos principios de justicia. No se piensa en reformar al hombre, entre otras cosas porque el hombre no necesita ser reformado, porque es esencialmente bueno —ya lo ha dicho Rousseau—, sino en reformar las leyes que rigen al hombre. Basta con cambiar las leyes para que todo resulte mejor; no piensan que la armadura de hierro que hoy aprisiona a este hombre que lanza al viento su grito de angustia, aprisionará mañana, con la nueva ley, a otro y a otro; no piensan que el hombre no saldrá de su prisión porque es prisionero, en la vida, de su propia naturaleza. El siglo XIX heredó el mito de la Revolución francesa, creyó en ella. El hombre europeo del siglo XX no cree en la revolución, está subsumido en ella, la padece; la revolución ha deshecho su hogar y su vida; con todo, no cree en ella, no tiene fe en la revolución. Vencido o vencedor, sabe que esa revolución por sí sola no puede hacer la única revolución necesaria, que es: la transformación del hombre. Esa transformación del hombre sólo puede y debe hacerla la educación. La educación tiene sus límites, cierto, pero dentro de sus linderos le queda todavía un campo grande, una zona extensa para realizar su misión.

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